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Crece el turismo en el sur de Colombia antes dominado por las FARC

El recorrido, habitualmente diurno y solo en ocasiones especiales y muy raras nocturno, se hace en una vetusta embarcación adornada con banderines de colores que arranca de Puerto Arango, en el caserío de Venecia, a unos 15 kilómetros de Florencia, capital del departamento del Caquetá, una zona de tradicional presencia de la guerrilla FARC.

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Jaime Ortega Carrascal

Nueva York – El himno de Estados Unidos suena en medio de la oscuridad y del silencio de la noche mientras el ferry lleno de turistas se desplaza sobre las aguas tranquilas del río Orteguaza, en las selvas del sur de Colombia, una escena impensable hace apenas unos años.

Es un homenaje del capitán del ferry “Marco Polo”, Rubén Darío Polo, a los pasajeros estadounidenses, a quienes su asistente saluda en inglés y enseguida anuncia el “The Star-Spangled Banner”, y a continuación, el himno nacional de Colombia.

El recorrido, habitualmente diurno y solo en ocasiones especiales y muy raras nocturno, se hace en una vetusta embarcación adornada con banderines de colores que arranca de Puerto Arango, en el caserío de Venecia, a unos 15 kilómetros de Florencia, capital del departamento del Caquetá, una zona de tradicional presencia de la guerrilla FARC.

Sin embargo, el capitán Polo, que inició su quijotesca aventura turística en una zona guerrillera hace unos años, espera que con la firma de la paz se abran las puertas de par en par a esta actividad para que el mundo conozca las bellezas naturales de esta región del sur de Colombia.

“Este proyecto ha venido de menos a más. En el último año, por la tregua de la guerrilla de las FARC y el Estado, ha aumentado el número de personas que vienen a conocer el Caquetá, y en promedio recibimos mensualmente entre 250 y 300 personas”, dice a Efe.

Son cifras pequeñas pero que enorgullecen al capitán, quien los domingos y días festivos zarpa con su “Marco Polo” a las diez de la mañana y río abajo llega hasta las cercanías de Larandia, un fuerte militar. En el camino hace con sus pasajeros avistamiento de aves y les ofrece almuerzo en una isla fluvial para regresar a Puerto Arango al atardecer.

El Caquetá es un departamento de 88.965 kilómetros cuadrados, una superficie un poco mayor que Austria, que desde el aire impresiona por el verde de sus sabanas, selvas y montañas, y por los numerosos ríos que bañan su territorio.

El Orteguaza es uno de ellos y es poco conocido aún por los propios colombianos, pese a que el 21 de octubre de 1981 fue noticia porque en su lecho acuatizó un avión Curtiss C-46 de la aerolínea Aeropesca que, se vino a saber después, había sido secuestrado por guerrilleros del Movimiento 19 de Abril (M-19) para transportar un cargamento de armas desde el exterior.

A Puerto Arango se llega por la carretera que va de Florencia a San Vicente del Caguán, la misma en la que en febrero de 2002 fue secuestrada la candidata presidencial Ingrid Betancourt, quien pasó seis años y cuatro meses cautiva de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

“La situación ha mejorado y por lo menos en el último año se siente más tranquilidad porque antes era muy complicado venir por aquí”, explica a Efe un policía que acompaña a los viajeros, entre ellos miembros de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) que vinieron a implantar un programa de cooperación y en cuyo honor sonó el himno.

Con el advenimiento de la paz el Caquetá, un departamento que basa su economía en la producción agropecuaria y ganadera, espera encontrar en el turismo no solo otra fuente de ingresos sino librarse del estigma de ser uno de las regiones más marcadas por la violencia de las FARC.

El propio capitán Polo recuerda que llegó a Florencia en 1994 procedente de Garzón, en el vecino departamento del Huila, y que se enamoró de la naturaleza salvaje de la zona, pero reconoce que le tocó vivir la época más dura de la violencia guerrillera.

“En este mismo río, entre los años 2000 y 2006, ejerciendo la labor de corregidor, tuve que sacar muchos muertos que bajaban flotando”, afirma.

Recuerda que en ese entonces la Policía y la Fiscalía “no se atrevían a hacer ese trabajo porque la guerrilla se había dedicado a secuestrar funcionarios de la fuerza pública”.

“En mis cuentas tengo que saqué de este río unos 16 cadáveres”, afirma mientras navega con su ferry por el Orteguaza bajo un cielo tapizado de estrellas y con la esperanza de que vendrán días mejores para el Caquetá y para su negocio. EFE

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