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Indígenas pueden ayudar a controlar la caza y proteger fauna, según estudio

Entre los casos recopilados por la publicación Unasylva de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) está el experimento realizado en la reserva de Ticoya, en la zona más meridional de la Amazonía colombiana.

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Nueva York – Los pueblos indígenas pueden ayudar a controlar la caza y proteger la fauna, logrando beneficios siempre que se respeten sus propias decisiones en los territorios que habitan, según un estudio difundido hoy por la FAO por el día mundial de la vida silvestre.

Entre los casos recopilados por la publicación Unasylva de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) está el experimento realizado en la reserva de Ticoya, en la zona más meridional de la Amazonía colombiana.

Allí la asociación local de cazadores Airumaküchi recopiló información sobre sus actividades mediante una aplicación instalada en sus teléfonos móviles en vez de utilizar cuadernos, con los que perdían más tiempo.

Lograron generar unos datos mensuales que a largo plazo les pueden servir para tomar decisiones y lograr una caza más sostenible, según el estudio.

Y en Kenia destaca un pueblo masái que gestiona el único santuario de rinocerontes de propiedad comunitaria y que, entre otras cosas, ha reducido la tala de arbustos para dar más pastos a los animales silvestres y evitar la degradación del ecosistema.

“El empoderamiento de estos grupos, combinado con sus conocimientos y capacidad de planificación, es esencial para asegurar la supervivencia de las generaciones futuras, tanto de los seres humanos como de la vida silvestre”, afirmó en una nota la directora de Políticas y Recursos Forestales de la FAO, Eva Müller.

La responsable subrayó que esos pueblos y comunidades locales custodian la vida silvestre, “no pueden concebir su vida separada de la naturaleza y tienen un gran interés en el uso sostenible de los recursos”.

Un conjunto de herramientas desarrolladas por la agencia de la ONU y otros socios como el Centro de Investigación Agrícola para el Desarrollo Internacional (CIRAD) de Francia busca dar alternativas a las comunidades locales para evitar los conflictos entre personas y animales.

Así, por ejemplo, en un parque nacional de Gabón los campesinos han aprendido que pueden cercar las plantaciones, poner vigilantes nocturnos, encender fuego o hacer ruido para asustar e impedir que elefantes, antílopes y otros animales salvajes destruyan sus cosechas.

La publicación también analiza el impacto de la caza deportiva y considera que, si se administra bien, puede apoyar la conservación y la economía de las personas pobres en las zonas rurales, frente a la prohibición total de esa actividad, que puede afectar sus medios de vida.

Según los expertos, los beneficios de una caza regulada y sostenible pueden incentivar a los propietarios de las tierras a mantener y restaurar el hábitat y las poblaciones de animales, así como a combatir la caza furtiva.

El estudio cita el caso de una especie amenazada de leopardo más presente en unas montañas de Tayikistán donde se permite la caza deportiva de ovejas y cabras salvajes que en otras zonas donde la práctica está prohibida, debido posiblemente al mayor número de presas y la menor caza furtiva. EFE

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