Colombianos con corazón y cultura africana
Dos jóvenes afrodescendientes fundaron un salón de belleza en el norte de Colombia para preservar los peinados tradicionales de la comunidad de San Basilio de Palenque.
Elida Cañate, una peinadora tradicional de 25 años, y su hermana Yadelsis abrieron el primer espacio dedicado exclusivamente a la práctica, rescate, defensa y la promoción de los trenzados que caracterizan a la comunidad palenquera y que datan de la época de la esclavitud.
El salón de belleza, que emplea a diez peinadoras, fue bautizado “La Reina del Kongo”, ya que, según Cañate, “en el Congo se realizan muchos peinados parecidos a los de acá”.
“Nosotros estamos en otro continente, pero pertenecemos al África”, añadió esta joven.
La idea surgió de “la necesidad de crear un espacio donde se pudiera encontrar todo el trenzado palenquero y también esa connotación importante que contienen estos peinados”, explicó a Efe Cañate.
Y es que a pesar de que en la comunidad palenquera casi todas las mujeres aprenden desde su infancia el arte del peinado y lo realizan como parte de su quehacer diario, no había un lugar especializado en estos peinados.
“La Reina del Kongo” se consolida como el lugar desde donde se difunden estas expresiones culturales.
“Aparte del tambor y la lengua palenquera, los peinados son también un código lingüístico que se manejaba en la población”, comentó la estilista.
Cañate relató que los primeros peinados surgieron en la época de la esclavitud.
“Son peinados muy poco trenzados y estaban diseñados para sostener la economía y la alimentación de la población”, sostuvo.
Se refirió, entre otros, al peinado llamado los “Hundiditos”, el cual está compuesto por “moños que se hacen en toda la cabeza” y que eran usados “como pequeñas bodeguitas” en las que se escondía “todo lo que fuera útil para la comunidad, como pedazos de oro y semillas para sembrar”.
Además recordó que había peinados en los que se diseñaban las rutas de escape que se usaban para confundir a los perseguidores.
“Por ejemplo, con el ‘Zigzag’, que es un peinado que no va en sentido directo sino en reversas, le informábamos a nuestra gente cuál era el camino que se debía seguir”, explicó Cañate.
La peinadora apuntó que estos peinados también eran una manera de rebelarse ante la opresión del hombre blanco y tienen un significado de protección, comunicación, estrategia y resistencia.
“Son como un poder y el aporte de la mujer contra el maltrato que recibimos”, añadió.
En la actualidad todos estos peinados tradicionales se combinan con diseños modernos con los que se fortalece y salvaguarda “la identidad cultural”.
Entre los nuevos peinados destacan la “cachetá”, los “mil y un caminos” o el “caparazón del armadillo”, muy utilizado para ocasiones especiales o festividades y con el que se exalta todo lo relacionado con la naturaleza.
Cañate aseguró que los peinados también van ligados a la parte emocional: “hay peinados para velorio que es cuando estamos en estado de tristeza o de melancolía y esto se refleja en el trenzado”, comentó.
Los peinados tradicionales se elaboran con el propio cabello de la persona, mientras que los más modernos incluyen cabellos sintéticos, hilos de colores y lanas.
“Los peinados además tienen una profunda carga espiritual, por eso los hacemos de tres cantos (tiras) porque sirven de protección; nuestras abuelas nos enseñaron que tejer de tres protege nuestra cabeza de malas influencias como el mal de ojo”, reveló Cañate.
Los peinados tradicionales hacen parte de las expresiones tomadas en cuenta por la UNESCO para declarar en 2005 al Palenque de San Basilio como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. EFE