Plantas y murciélagos, el botiquín natural de los indígenas bolivianos
En comunidades del norte de La Paz como Chari, Aguas Blancas, Muyupampa y Lagunillas, los pobladores prefieren emplear los conocimientos heredados de sus abuelos sobre las cualidades curativas de la Pachamama o Madre Tierra, antes que tomar pastillas o ir a un hospital.
Yolanda Salazar
Nueva York – Infusiones de hierbas, preparaciones con sangre de murciélago o la placenta de la vicuña son algunos de los elementos utilizados por los indígenas bolivianos que viven en Apolobamba, en el norte de la región de La Paz, para curar afecciones del cuerpo y el alma.
En comunidades del norte de La Paz como Chari, Aguas Blancas, Muyupampa y Lagunillas, los pobladores prefieren emplear los conocimientos heredados de sus abuelos sobre las cualidades curativas de la Pachamama o Madre Tierra, antes que tomar pastillas o ir a un hospital.
“Nosotros preferimos las hierbas medicinales porque sabemos que nos va hacer bien como a nuestros abuelos”, dijo a Efe Luisa Callandro, una habitante de Aguas Blancas.
Callandro, de 52 años, explicó que prepara infusiones de plantas como la muña o la sábila que hay en el lugar para quitar el dolor de estómago, y de manzanilla cuando le duele la cabeza.
Además, contó que en algunas ocasiones también utiliza ciertos animales en preparaciones para curar distintos males.
Por ejemplo, para sentirse mejor después de un desmayo busca un pájaro que conocen en el lugar como “Yaka Yaka” para extraerle su sangre y tomarla o mezclarla con un poco de vino, que también ayuda a mejorar los síntomas de la tuberculosis.
También atrapan “taparakus” o mariposas nocturnas para quemarlas, molerlas y mezclarlas con agua y realizar una especie de infusión que ayuda a contrarrestar el dolor de cabeza, o cuando alguien sufre convulsiones, le hacen beber la sangre de unos pequeños murciélagos.
Bernardina Lizárraga, que vive en Muyupampa, explicó a Efe que todas las personas en el lugar creen en la medicina tradicional ya que es lo más cercano y eficaz.
“Todo está en la naturaleza, creemos más en eso. Las pastillas utilizamos poco porque no hay”, remarcó Lizárraga.
Uno de los males más frecuentes en la comunidad es la fiebre y para contrarrestarla, Lizárraga prepara infusiones de hierbas locales con la chanqurma, la wira wira o la qoa.
Si es un caso muy delicado, las mujeres hacen hervir placenta de vicuña y la ponen en el cuerpo de la persona con fiebre, en especial de los bebés, para que haga efecto.
Las lugareñas también elaboran unos parches para los esguinces hechos en base a la carne de las lagartijas que se ponen directamente sobre en la piel y se vendan hasta que el dolor desaparezca, comentó Lizárraga.
En las culturas indígenas existe la creencia de que a la gente se le va el “ajayu” o alma cuando sufre un susto o una impresión muy fuerte, lo que ocasiona algunos malestares físicos que se combaten con infusiones de hierbas como la chillka o la jallpatika.
Según un compendio que realizó la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS, por sus siglas en inglés) junto a tres comunidades, también utilizan huevos de arañas para desaparecer las verrugas y un gusano para curar las quemaduras.
Todos esos saberes son conocimientos que pasan de generación en generación, pero son los kallawayas, los médicos indígenas, quienes conocen más en profundidad las cualidades curativas de las plantas.
Los kallawayas son miembros de una cultura reconocida como patrimonio Oral e Cultural Intangible de la Humanidad por la Unesco en 2008.
El kallawaya José Calle, de la comunidad de Lagunillas, dijo a Efe que son pocos los verdaderos médicos tradicionales que quedan en el lugar, pero que aun así la demanda de sus conocimientos se extiende a Perú, Chile, Argentina y Ecuador.
Explicó que quienes recurren a sus conocimientos son personas de bajos recursos o quienes “tienen problemas en el alma” que la medicina convencional no puede curar, como el sobreparto o el susto.
También los buscan para llamar la suerte, el dinero y alejar el fracaso.
“Nosotros no obligamos, si es para nosotros atendemos, si no es, mandamos a la gente al hospital, ellos también nos mandan, hacemos intercambio”, recalcó Calle.
Así, este médico tradicional utiliza la zarzaparrilla, una planta que ayuda a “purificar la sangre”, para tratar los problemas de presión alta, o el tikil tikil para curar infecciones urinarias.
El kallawaya también emplea la pataqiswara, una especie de flor, para una infusión que contrarresta los problemas en la próstata, o llena con singani, un licor boliviano de uva, el nido de un pájaro hornero para tratar el “mal de aire”, los dolores o deformaciones en el cuerpo producidos por efectos del viento.
En Chari las mujeres venden en frascos tratamientos para el hígado, la matriz y los riñones en base a plantas medicinales.
“Los tónicos están hechos en base a hierbas como la cola de caballo, nuez de la china, sulta que se debe tomar un vaso tres veces al día por tres semanas”, dijo a Efe la vendedora Irma Quispe.
Además, tienen ungüentos para paliar los dolores de los huesos por reumatismo, que venden en especial a los hombres. EFE