El US Open en sintonía con la comunidad
Varias actividades gratuitas, como “Returning the Love” y “Community Day”, agregan color y diversidad
a la gran fiesta del tenis en Queens
Por Marcela Álvarez/ El Especial
El US Open no solo es el último Grand Slam del calendario tenístico. Es uno de los grandes eventos deportivos del mundo, y el gran show de Nueva York que genera más dinero para la ciudad que ningún otro evento -aproximadamente $800 millones de dólares por dos semanas de duración. De modo especial, el Open es la joyita de Queens, que anualmente se transforma y con razón justifica su nombre de “condado sin fronteras” o, como dirían otros, “el condado del mundo”.
Por eso, el torneo transita más allá de las estrellas de la raqueta, autoridades, y de los ricos y famosos que aterrizan en Flushing Meadows. La entidad organizadora United States Tennis Association -USTA- mantiene en su agenda un amplio calendario de actividades -muchas gratuitas- para acercar el tenis a la comunidad de Queens.
En la antesala al torneo, por ejemplo, se realizaron “Returning the Love”, con la participación de las organizaciones no lucrativas Elmcor Youth & Adult Activities de Corona y YMCA Flushing. Sobre la esplanada del Arthur Ashe Stadium, los niños compartieron con Marin Cilic, campeón del Open 2014, y Christina McHale, jugadora de New Jersey que llegó a las 2da ronda del torneo y quien tiene raíces cubanas por su lado materno.
Los pequeños de Queens disfrutaron con dichas estrellas, y más de uno sueña con jugar algún día en el Open.
Asimismo el público local –en su mayoría latinos residentes del área- disfrutaron “Queens Day” con grupos folclóricos de Perú, México, Cuba, Ecuador, también hubo zumba y salsa. Y claro, no faltó el clásico Arthur Ashe Kids Day, en memoria el tenista afroamericano, conocido –más allá de los courts– por su activismo y lucha social.
Otra iniciativa digna de resaltar es “Millitary Appreciation Day”, parte de la USTA Foundation, que rinde tributo a los héroes de guerra. “Es una manera de reconocer el sacrificio de los hombres y mujeres que defienden nuestro país y estamos muy comprometidos con eso a través de los diversos programas que organizamos durante el año”, señaló Widmaier.
Para los devotos del juego, la semana de eliminatorias conocida como “la qualy” es cita imperdible, con entrada gratuita y ambiente de torneo.
El jueves 8 de septiembre, de 12pm a 6pm, las puertas del Open se abrieron para celebrar el “Community Day”. El programa incluyó los dobles femeninos y masculinos, dobles mixtos, el torneo de los juveniles, el “Champions Invitational” con otroras leyendas, actividades para los niños, y entretenimiento en vivo.
Hubo un homenaje especial de despedida al estadio Louis Armstrong con la participación de los tenistas (retirados) Gigi Fernández, James Blake y el cantante RAC.
“Es una celebración especial para celebrar nuestra casa, que es Queens”, dijo Chris Widmaier, Managing Director de Corporate Communications de USTA.
De esta manera, el Open continua su iniciativa comunitaria en Queens, el condado que alberga su casa principal desde 1924. (Las oficinas administrativas del torneo están en White Plains).
“Para nosotros estos eventos son lo mejor del Open porque son gratuitos y además uno ahorra dinero”, dijo Andrea, una turista mexicana que vino con su esposo y dos hijos. “Siempre tratamos de apartar estas semanas para pasarlo padrísimo en Nueva York y de paso también disfrutar el tenis que nos encanta”.
Lo mismo hicieron un grupo de paraguayos, que alentaron a una de las sorpresas del torneo, Montserrat González.
Adiós al Louis Armstrong Stadium
Vaya si tiene historia este estadio, bautizado en honor al ícono del jazz que vivió en Corona hasta su muerte en 1971. En principio se llamó Singer Bowl, construido para la Feria Mundial de 1964 en Flushing. Fue escenario de competencias deportivas y conciertos de música. Ahí tocaron The Who, Jimmy Hendrix, The Doors. Nada menos.
A principios de los años 70, la USTA buscaba nueva casa para su torneo. Así fue se encontró con esta joya de los años 60.
En 1978 el US Open dejó su antigua sede -en el exclusivo West Side Tennis Club- de Forest Hills y se mudó a Flushing. El cambio era lógico y necesario, muy a pesar de los tradicionalistas del tenis. El hermoso pero pequeño club de casas estilo Tudor (y canchas de césped) ya resultaba chico para acomodar a la masa de público que cada año crecía vertiginosamente. Era hora de decir adiós a Forest Hills.
Hasta 1997 (cuando se inauguró el imponente Arthur Ashe) el Armstrong fue el escenario principal del US Open, con capacidad para 20 mil personas.
Aquí por ejemplo el sueco Bjorn Borg aceleró su retiro con solo 25 años en 1981, Iván Lendl fue finalista consecutivo del Open entre 1982 y 1989 (fue tricampeón en el 85, 86 y 87), el ecuatoriano Andrés Gómez fue campeón de dobles en 1986, la alemana Steffi Graf abrochó su año maravilloso de 1988 (4 Grand Slams y el Oro olímpico en Seúl), la legendaria Chris Evert le dijo adiós al tenis en 1989, la argentina Gabriela Sabatini ganó su único Grand Slam en 1990, Jimmy Connors hizo historia en 1991 cuando llegó a las semifinales con 39 años de edad, la española Aranxta Sánchez-Vicario fue campeona en 1994, y tanto más.
El viejo Armstrong quedará en el recuerdo de quienes jugaron en él y los fans. Pero vendrá uno nuevo, más acorde con los tiempos de hoy, con capacidad para 15,000 espectadores, amplios corredores, Wi-Fi por doquier, suites, restaurantes y stands de comida, tiendas de ropa, y techo replegable, claro.