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El turismo reemplaza a la histórica industria del guano en Pacífico peruano

Esta explotación turística se complementa muy bien con la aún existente recolección de guano, que sigue teniendo demanda como fertilizante natural para la agricultura ecológica, y que se realiza en función de estudios realizados por los vigilantes del parque natural.

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Álvaro Mellizo

Nueva York – La costa y las islas rocosas del litoral del Pacífico peruano han encontrado en el turismo de naturaleza y aventura un reemplazo sostenible y equilibrado a la histórica industria del guano, antiguo motor económico de la región que fuera en su tiempo motivo de guerras y conflictos.

Apenas a seis millas marinas del puerto del Callao, y a simple vista de la capital del Perú, las islas de Cavinzas y Palomino, parte de la Reserva Nacional de Islas, Islotes y Puntas Guaneras, están abiertas a un incipiente turismo que permite la observación de aves, la pesca deportiva e incluso el buceo en mitad de una colonia de miles de leones marinos.

Diariamente, decenas de barcos y catamaranes se acercan a estas inhóspitas islas, vibrantes de vida marina, para introducir a los turistas a un lugar marcado por la mirada decadente de los antiguos muelles y almacenes que dejó la explotación del guano, el excremento de ave marina que hasta mediados del siglo XX constituía el fertilizante esencial para el desarrollo de la agroindustria mundial.

“El turismo incluso ha mejorado las islas. La extracción de guano se dio muchos años atrás y fue un punto muy importante para la actividad económica del país. Ahora se sigue explotando, pero bajo un plan especial. El turismo permite conservar la biodiversidad y las aves guaneras, y a su vez esta preservación ayuda a que aún se pueda recolectar guano periódicamente”, indicó a Efe Elena Coronado, guardaparque de la reserva.

Entre otras cosas, los visitantes pueden encontrar y observar a simple vista pingüinos de Humboldt, una especie amenazada, y otras aves como pelícanos, cormoranes, zarcillos o guanays, especies que apenas se pueden observar en otros lugares, así como nadar, si se soporta el frío de las aguas, en mitad de una colonia salvaje de curiosos lobos marinos.

Y es que esta zona se encuentra en el corazón de la célebre corriente de Humboldt, que lleva hacia el norte agua helada de la Antártida a lo largo de la costa de Perú y con ella un ecosistema marino de gran riqueza tanto natural como económica.

“Mucha gente no sabe lo que hay en las islas guaneras, y nosotros las queremos promover. Muchos creen que para ver esta naturaleza hay que viajar muy lejos, pero estamos solo a 20 minutos de Lima”, afirmó a Efe Isabel Iwaya, directora de la empresa turística Conociendo Perú dedicada a llevar viajeros a las islas.

El objetivo declarado de la empresaria es llevar hasta 15.000 turistas al año a la reserva natural, una cifra “pequeña si se compara con el volumen de turismo que recibe Perú”.

Esta explotación turística se complementa muy bien con la aún existente recolección de guano, que sigue teniendo demanda como fertilizante natural para la agricultura ecológica, y que se realiza en función de estudios realizados por los vigilantes del parque natural.

Materia prima no falta. En una pequeña isla de unas 13 hectáreas, pobladas por decenas de miles de aves, es posible acumular cada 5 o 6 años unas 10.000 toneladas de guano, a razón de unos 40 gramos de excremento de ave diarios.

Este residuo es rico en nitrógeno, amoníaco, urea, fósforo y fosfatos, materiales imprescindibles para abonar suelos deficientes en materia orgánica.

Los únicos enemigos de esta situación aparentemente ideal de explotación turística e industrial compatible, lo constituye la pesca, enemiga particular de los lobos marinos que ante la falta de pescado, comen en las redes de los pescadores, que se vengan a disparos, golpes e incluso con cargas de dinamita.

La caza furtiva de aves también es un riesgo, particularmente para aquellas en peligro, como los pingüinos, pero los operadores turísticos y los guardaparques se esfuerzan en concienciar a los pescadores locales de la importancia de preservar la fauna para que las Islas Cavinzas y Palomino sean ejemplo de desarrollo sostenible. EFE

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