La lluvia, el tesoro líquido de los indígenas gunas de Panamá
A 122 kilómetros al noreste de la capital panameña se ubica la Isla Tigre (Digir Dupu en lengua guna), una comunidad de 950 habitantes en la que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) instaló el proyecto de recolección y purificación de agua de lluvia para el consumo humano.
Raquel Sánchez
Nueva York – Basta con abrir el grifo para obtener agua potable, pero no para los indígenas de las islas de la comarca de Guna Yala en Panamá, por ello aprendieron a cosechar la lluvia, un elemento sagrado y natural que aliviará la escasez del vital líquido durante la temporada seca del país.
A 122 kilómetros al noreste de la capital panameña se ubica la Isla Tigre (Digir Dupu en lengua guna), una comunidad de 950 habitantes en la que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) instaló el proyecto de recolección y purificación de agua de lluvia para el consumo humano.
Construida en los predios de una escuela pública, el proyecto recoge en un deposito el agua de lluvia para ser purificada con un sistema de carbón activado, luz ultravioleta y oxígeno, para luego ser almacenada en un tanque de reserva de 150.000 litros.
Para ello, a cada familia se le ha provisto de un garrafón que se llena cada semana, según constató Efe.
Ataviada con su particular mola, Florerma Pérez, maestra de la escuela Sagla Igwadingipe de la comunidad de Digir, dijo a Efe que usualmente se abastecen de agua cruda de una conexión submarina con el Río Tigre, del territorio continental de Guna Yala, aunque sostuvo que la poca salubridad acarrea recurrentes enfermedades en la población.
“En la escuela tenemos una elevada tasa de enfermedades, lo que causa ausencia de los estudiantes; con el proyecto de captación de agua, beneficiaremos a los niños porque sabremos que los alimentos que les damos serán cocinados con agua limpia”, enfatizó.
Aunque Pérez vislumbra que eso cambiará, añade que existe una precaria situación económica de la zona, el umbral de la pobreza golpea a sus habitantes que apenas tienen para adquirir los insumos necesarios, y por eso prefieren beber agua del grifo a comprar agua embotellada.
“Hay familias que no tienen para comprar agua potable, sabemos que los abastos deben tener ganancias, solo una pequeña botella de agua puede costar un dólar, y ese precio aumenta en las otras islas”, comentó.
La maestra es consciente de sus tradiciones, por eso explica que para los gunas el agua tiene un valor especial, un recurso natural que comparte “lazos de hermandad” dentro de la comunidad.
“El agua y la tierra son nuestros hermanos, la naturaleza siempre ha sido así, si Babdummad (Gran Padre) y Nandummad (Gran Madre) nos mando esto es por un propósito, y es obtener beneficio para nosotros”, comentó.
En la cosmovisión guna, el universo fue concebido por Babdummad y Nandummad, que contrasta literalmente con la religión cristiana, en la que Dios creo a la mujer y el hombre para que estos procrearán a la humanidad.
Por su parte, el viceministro panameño de Asuntos Indígenas, Feliciano Jiménez, comentó a Efe que es común que las tierras ocupadas por pueblos indígenas cuenten con conexiones de agua sin tratamiento de purificación, pero que con iniciativas innovadoras se podrá cambiar esas costumbres que empobrecen a ciertas comunidades.
Jiménez señaló que el proyecto de la FAO servirá de ejemplo para replicarlo en otras islas de las comarcas de Guna Yala y que ahora el Gobierno panameño asistirá con el mantenimiento para conservar la infraestructura.
Por su parte, el coordinador subregional de la FAO para Mesoamérica, Tito Díaz, relató a Efe que la entidad se interesó en la cooperación técnica con los pueblos indígenas, especialmente de la Isla Tigre, por el valor cultural y social que tienen.
Sostuvo que diseñaron e implementaron el proyecto, con el apoyo de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID) a través del Programa Mesoamérica sin Hambre.
Además, expresó que los indígenas enfrentan limitaciones en seguridad alimentaria, salud y calidad de vida, elementos que la FAO examinó para ayudar a sus habitantes para obtener agua en la temporada seca, que varia de enero a marzo.
En el Archipiélago de Guna Yala, compuesto por 365 islas, de las cuales 49 están habitadas, llueve 4.000 milímetros de agua al año, la temporada lluviosa de abril a diciembre es muy copiosa en esa área caribeña.
El proyecto fue inaugurado esta semana por diversas autoridades, entre ellas el jefe de cancillería de la embajada de México en Panamá, Jose Galván, quien manifestó a Efe que se cumple la ruta para alcanzar dos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU que son: la erradicación de la pobreza y el hambre.
Mientras tanto, líderes indígenas, niños y mujeres preservarán e inculcarán cómo mantener el único bien que les provee el cielo, la lluvia. EFE