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Carlos Vives, hiperactivo, romántico y sabrosón

El vallenato La cañaguatera, original de Alfredo Gutiérrez, con la cumbre en el solo de acordeón de Egidio Cuadrado, desató el delirio antes de El hijo del Vallenato y La gota fría

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Nueva York- Nadie diría al verlo sobre el escenario que Carlos Vives anda, por poco, más cerca de los 60 que del medio siglo. Con su melena rizada, su chamarra de cuero, su atractivo envejecer rollo David Hasselhoff y con algún kilo más, -sí-, que cuando explotó en España con su Gota fría a mediados de los 90, el colombiano mantiene intacta su energía treintañera. Sólo así, como un chaval, a golpe de hit, se puede triunfar hoy en día. Tan lleno, tan expectante, tan ansioso de energía. No defraudó. Con sus ritmos latinos bajo el brazo, Vives aterrizó en España para su gira “La fiesta de todos”. Y reventó la cosa. Bilbao, La Coruña, Madrid y Barcelona, vivieron la primera etapa de lo que se presume un tour trepidante.

Su potencia, su sonrisa, su felicidad, contagiaron a los fans desde el acorde inicial en cada recinto de concierto: un público absolutamente internacional en el que predominaron los colombianos, con sus camisetas de la selección y con sus sombreros vueltiaos, pero donde no faltaron tampoco la presencia de venezolanos, de argentinos, de ecuatorianos, de puertorriqueños, y, como no, de españoles

Rendidos todos al coloso de Santa Marta.

Para no hacer esperar, Carlos llegó en su Bicicleta. Un arranque comercial/actual para regresar de golpe al pasado casi 30 años atrás con el exitoso Pa Mayte. El vallenato La cañaguatera, original de Alfredo Gutiérrez, con la cumbre en el solo de acordeón de Egidio Cuadrado, desató el delirio antes de El hijo del Vallenato y La gota fría. Gorda la sudó después. Grandes también fueron las lágrimas que derramaron muchos de los presentes cuando con Alicia Adorada, el colombiano pidió un minuto de silencio en memoria de las víctimas de la tragedia de Mocoa. Antes de un pequeño descanso, de un merecido respiro, Déjame entrar, Ella es mi fiesta y la mítica Fruta fresca no bajaron el tono. Y después, la fiesta de todos no cesó. La locura se alcalzó con la champeta urbana El mar de tus ojos, y el reggaetón Al filo de tú amor.”Esto se está poniendo sabroso”, dijo Vives antes de presentar a sus invitados Stephanie Cayo y Morat en el show de Madrid. Todos juntos cantaron La tierra del olvido y el rock de mi pueblo, y se caldeó el ambiente. Con La foto de los dos, romanticismo y dulzura en estado puro. La traca final se inició también directa al corazón. Hizo rugir al público con Volví a nacer.

Tampoco apareció Shakira en la repetición de La Bicicleta con la que finalizó el concierto. Daba igual. Su grandeza llenó el escenario durante dos horas y media de un show hiperactivo, romántico y sabrosón..

La noche de este viernes se presenta en Murcia, España y llegará luego a Colombia, para celebrar los 50 años del Festival de La Leyenda Vallenata en Valledupar.

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