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Diseñadores cubanos trasladan a la moda la nostalgia y el choteo de la isla

Estas iniciativas privadas son una alternativa bien recibida en la isla, donde las tiendas -en su mayoría estatales- tienen una oferta poco atractiva y cara para el cubano medio, frente a vendedores que ofrecen ropa de segunda mano de marcas como Zara, Forever 21 y Primark a sobreprecio.

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Yeny García

Nueva York – Arropados por una fuerte herencia gráfica y la rica identidad cultural de Cuba, un grupo de emprendedores y diseñadores de la isla trasladan a la moda la nostalgia y el choteo criollos, con mensajes que resuenan entre los cubanos de dentro y fuera del país.

Clandestina, Fresko y LaJabaCity son tres proyectos a los que les une la intención de promover contenidos con los que los cubanos se identifiquen, en lugar de usar una imagen que nada tiene que ver con su realidad o manera de pensar.

Estas iniciativas privadas son una alternativa bien recibida en la isla, donde las tiendas -en su mayoría estatales- tienen una oferta poco atractiva y cara para el cubano medio, frente a vendedores que ofrecen ropa de segunda mano de marcas como Zara, Forever 21 y Primark a sobreprecio.

“Nos interesa crear algo que esté impregnado de contenido, con más significado que el ‘fast fashion’ de (marcas como) H&M (Suecia) o Mango (España), que no tiene una historia detrás”, explica a Efe la española Leire Fernández.

Fernández y la diseñadora cubana Idania del Río son las “madres” de Clandestina, un proyecto que utiliza el contenido cultural más moderno “para crear un diálogo diferente con la realidad cubana y con la gente que transita por ella”, consumido por estos últimos como un souvenir único y original.

En su pequeña tienda-taller se pueden comprar desde camisetas con el letrero “99% diseño cubano” -que Del Río regaló a Obama cuando visitó Cuba en marzo del 2016-, hasta guías turísticas artesanales, carteles, y bolsos con el mapa de La Habana Vieja o una foto de la mítica cantante Helena Burke.

Su colección “Vintrashe” resume el “resolver cubano”, centrada en “reutilizar y dar valor” a productos y materiales como el nylon que las “cuentrapropistas”(autónomas) habaneras recuperan.

“Creemos en la inmediatez que puede tener un diseño sobre una superficie utilitaria. La gente ve cosas que vivieron o conocieron. (…) Ese espacio tan simple de comunicación se convierte en algo que te pertenece”, señala Del Río, una reconocida cartelista.

“La idea es que las personas puedan usar algo que tenga sentido para ellas”, coinciden Giselle Reigada y Mariela Hurtado, fundadoras de Fresko, una colección de ropa “acorde al clima cubano”, que apela a la nostalgia por los años ochenta y noventa del siglo pasado.

En sus camisetas abundan los dibujos animados soviéticos, conocidos en Cuba como “muñequitos”, y los electrodomésticos de los antiguos países socialistas europeos de los que se surtía la isla en aquellas décadas y que “forman parte de la idiosincrasia cubana”.

Fresko también incluye ropa para bebé con mensajes como “Aún vivo con mis padres”, o grandes carteras con el letrero “Plan Jaba” (cubanismo para bolsa), una estrategia del Gobierno cubano para facilitar las compras de alimentos subsidiados a los trabajadores.

“En Cuba hay muchos deseos de hacer, mucha gente inteligente, con creatividad, y el Estado ha desarrollado posibilidades legales (para los autónomos). Eso es algo que aprovechamos desde que decidimos hacer este proyecto”, cuentan Reigada y Hurtado.

Para las jóvenes diseñadoras no hay “mayor disfrute que la gente pase y aunque no compre, identifique el contenido” detrás de sus productos, disponibles en la tienda “Conga. Arte y diseño” en el barrio habanero de Miramar.

Lo mismo siente el matrimonio detrás de LaJabaCity, un “laboratorio de ideas” fundado seis meses atrás por el diseñador Arnulfo Espinosa y la periodista Lisandra Fariñas, que ha visto crecer su popularidad en Facebook a través de una original apropiación de las señas de identidad o logotipos de célebres marcas.

Espinosa unió la habilidad “tan cubana” de “recontextualizar y chotear” a su amplio conocimiento de la gráfica para crear un “juego sonoro llevado a la visualidad”.

“Empecé que con lo que parecía la marca de Coca Cola, pero que en realidad decía ‘Coja la cola que soy el Guan’ y luego otro que imprimimos como prueba que decía ‘Este bolso no es un Mango, pero yo sí’, con códigos muy cubanos”, recuerda Espinosa, quien afirma que “todas las pruebas iniciales se agotaron enseguida”.

Aún en ciernes, LaJabaCity tiene que transitar por el no siempre fácil camino de las iniciativas privadas en la isla, a lo que se une la falta de materia prima, un reto que no desanima a Espinosa y Fariñas.

“El proyecto todavía es muy experimental, vive en las redes sociales, aunque sentimos la responsabilidad de que exista en lo físico”, concuerdan ambos, que no ven en el uso de logos famosos algo ofensivo sino una “reapropiación para contar algo”. EFE

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