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Satélites para seguir a los vulnerables delfines rosados de la Amazonía

Considerados como "Embajadores del río Amazonas", los "botos", como se denominan en Brasil este tipo de cetáceos de agua dulce, se incluyen en la categoría de animales con "datos insuficientes" por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).

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Alba Santandreu

Nueva York – Amenazados por las hidroeléctricas, la contaminación y la pesca, los delfines rosados de la Amazonía son rastreados ahora vía satélite, una iniciativa pionera en la región para aumentar el conocimiento sobre una especie de la que todavía se tienen pocos datos.

Considerados como “Embajadores del río Amazonas”, los “botos”, como se denominan en Brasil este tipo de cetáceos de agua dulce, se incluyen en la categoría de animales con “datos insuficientes” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).

Ahora, un grupo de organizaciones gubernamentales y de la sociedad civil, lideradas por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), han comenzado a seguir vía satélite las poblaciones de delfines de los ríos amazónicos de Brasil, Colombia y Bolivia, lo que puede ayudar a suplir la laguna de desconocimiento todavía existente sobre estos animales.

Un total de 11 delfines son observados a diario por un grupo de investigadores con el objetivo de registrar el trayecto realizado por los cetáceos, recoger informaciones sobre el perfil genético y verificar, entre otros aspectos, su contaminación por mercurio.

El seguimiento de sus actividades es posible gracias a la instalación de unos pequeños aparatos sobre los delfines que envían información de la localización de los animales varias veces por día en tiempo real.

“Se trata de un sistema pionero en el Amazonas. Había sido hecho antes con radio, pero es la primera vez que se realiza con satélite y así conseguimos acompañar a los animales en tiempo real”, explicó a Efe Marcelo Oliveira, especialista en conservación del Programa Amazonía, de WWF Brasil.

Un total de cinco delfines son rastreados en las cuencas del río Tapajós, en Brasil; uno en la región entre Colombia y Perú, y otros cinco en las inmediaciones del río Madeira, entre Bolivia y Brasil.

Todos ellos son de las especies Inia geoffrensis y Inia boliviensis, dos de los cuatro tipos de delfines existentes en la Amazonía.

Además de la contaminación por mercurio, los investigadores quieren analizar cuál es el impacto que la construcción de hidroeléctricas puede tener sobre el comportamiento de este tipo de delfines.

Solo en las cuencas del río Tapajós hay 40 hidroeléctricas en planificación, según WWF, y una ya se encuentra en operación desde el pasado octubre, lo que, según los investigadores, puede afectar el hábitat de estos animales.

Las hidroeléctricas, según Oliveira, dejan el paisaje más uniforme y pueden modificar las poblaciones de peces, principal alimento de los delfines amazónicos, aunque las conclusiones finales podrán ser extraídas gracias al control vía satélite.

Los delfines rosados también sufren la presión de la pesca. Especies como la piracatinga se sienten atraídas por la carne de estos cetáceos, que es más grasa y tiene un olor más fuerte, por lo que algunos pescadores de la región amazónica matan delfines para usarlos como cebos.

“Nosotros, que vivimos aquí, sabemos que los problemas ambientales solo aumentan y los daños a los ecosistemas son cada vez mayores. Con ese trabajo de marcación, queremos generar más informaciones y posibilitar que los que toman decisiones orientes acciones y recursos para proteger a esos animales y a los hábitats en los que viven”, según el investigador colombiano Fernando Trujillo, de la Fundación Omacha.

WWF estima que actualmente hay entre 20.000 y 50.000 ejemplares de delfines en la Amazonía, aunque considera que la estimación es poco fiable porque todavía existen muchas áreas “inexploradas” en la región.

De las siete especies de delfines de agua dulce del planeta, el Amazonas concentra la mayor población. Por eso, resalta WWF, los países amazónicos tienen la responsabilidad de evitar su desaparición, como ya ocurrió con delfín baiji (Lipotes vexillifer), declarado extinto en el río Yangtze, en China, en 2007. EFE

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