Tamám Shud: El Hombre Sin Nombre ni Pasado
Un cadáver en la playa, un libro cifrado y una frase persa

En diciembre de 1948, el cuerpo de un hombre bien vestido apareció en la playa de Somerton, en Adelaida, Australia. No tenía identificación, ni signos visibles de violencia. Todo parecía en orden, salvo por un detalle extraño: en un bolsillo oculto de su pantalón, se encontró un trozo de papel con las palabras “Tamám Shud”.
La frase significa “terminado” en persa y proviene de un libro de poesía llamado Rubaiyat de Omar Khayyam. Este descubrimiento transformó un caso aparentemente común en un rompecabezas internacional.
La policía rastreó el libro de origen y encontró en él un código escrito a mano, y un número de teléfono vinculado a una mujer local. Cuando le preguntaron si conocía al hombre, su reacción fue tan extraña que nunca se volvió a hablar del tema oficialmente. Ni ella fue investigada a fondo, ni el código fue descifrado del todo.
Lo más desconcertante fue que el hombre tenía un físico inusual para la época: en excelente estado, con manos suaves que sugerían que no hacía trabajo manual. También llevaba ropa elegante sin etiquetas. Algunos expertos creen que se trataba de un espía en plena Guerra Fría, asesinado por su propia red o por fuerzas enemigas.
En años recientes, investigadores amateurs han creado bases de datos genéticas y líneas temporales detalladas para desentrañar el misterio. El uso de técnicas modernas de genealogía forense permitió identificar al hombre como Carl Webb, un ingeniero eléctrico que desapareció sin dejar rastro. Aun así, el descubrimiento ha dejado muchas preguntas sin resolver: ¿por qué estaba en Adelaida? ¿Qué hacía con un código cifrado y una página arrancada de un libro raro?
La teoría del espionaje sigue vigente para muchos. Australia era en ese entonces un hervidero de tensiones entre potencias aliadas y soviéticas. La mujer relacionada con el caso tenía vínculos con personal militar. Y el libro Rubaiyat, con su mensaje filosófico sobre la fugacidad de la vida, parecía una despedida cuidadosamente elegida. Hasta hoy, el caso Tamám Shud sigue siendo uno de los más desconcertantes del siglo XX.
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