Alonso Ruizpalacios: “La Cocina” va “más allá del realismo” (ENTREVISTA EXCLUSIVA)
Por Sophia Angelica
El director de cine mexicano Alonso Ruizpalacios es reconocido por su estilo único de fusionar la fábula con la realidad en sus películas, lo cual está muy presente en su último trabajo, “La Cocina”.
Habiendo estudiado dirección escénica en la Ciudad de México y actuación en la Real Academia de Arte Dramático de Londres, Ruizpalacios encontró una profunda pasión en todo lo relacionado con el cine.
Muy pronto, se convirtió en un cineasta exitoso con una amplia trayectoria, con proyectos como “Güeros”, “Museo” con Gael García Bernal, “Una película de policías”, “Narcos: México”, y hasta un video musical de Natalia Lafourcade.
Además, Ruizpalacios ha recibido varios reconocimientos a través de los años, incluyendo cinco Premios Ariel y muchos más en festivales de cine internacionales.
Ahora, su largometraje mas reciente en blanco y negro, “La Cocina”, sigue la historia de Pedro mientras navega por una situación difícil como cocinero indocumentado en un entorno humorístico.
En una entrevista exclusiva con El Especialito, Ruizpalacios compartió más detalles sobre su historia como artista cinético y su nueva película.
¿Qué te inspiró a convertirte en cineasta?
Yo empecé dirigiendo teatro, y poco a poco me fui yendo hacia el cine. Empecé trabajando en televisión para niños, y esa fue mi escuela de cine. A partir de allí, pude hacer mi primer cortometraje, “Café Paraíso”, y mi película “Güeros”.
Desde pequeño, siempre me gustaba muchísimo el cine. Era mi actividad favorita con mis papás. Creo que cuando vi una película que se llama “Who Framed Roger Rabbit”, fue la primera vez que recuerdo haber pensado en la figura del director.
¿Cómo sientes que has evolucionado a través de los años?
Hay cosas que quizás siguen allí, que son parte de mi. Me interesa que tenga una relevancia con el mundo actual, y también el sentido del humor. Entonces, cómo he evolucionado, supongo que trato cada vez más de encontrar una forma más adecuada a lo que estoy tratando de contar. Soy padre ahora de dos hijos también. Creo que mi perspectiva se ha hecho más empática. Me cuesta más trabajo juzgar a la gente rápidamente.
¿Cuál fue la inspiración detrás de “La Cocina” y su composición?
Yo quería que la contáramos como una especie de fábula, que fuera más allá del realismo. Entonces, el blanco y negro nos ayuda mucho para esto, cuya temporalidad no es clara. No sabemos si está ocurriendo hoy, o hace 20 o 30 años. En cuanto a referencias que influenciaron la composición y el estilo, en este caso, mi fotógrafo Juan Pablo Ramírez y yo estuvimos viendo muchas foto fija, en específico un fotógrafo japonés que se llama Masahisa Fukase. Nos encantó sus composiciones muy agresivas, también un poco expresionistas en blanco y negro. Él fue una gran inspiración en esta película.
¿Cómo fue el proceso de creación, y qué retos enfrentaste a través de la filmación?
Fue un proceso muy largo. Estuve trabajando en este guión durante 12 años. Pensé que iba a ser mi primera peli, y acabó siendo mi cuarta peli. Fue como ir abandonando y dejando atrás la obra de teatro de Arnold Wesker en la que está inspirada. Cuando escribes algo basado en otro material, al principio ese material está muy presente y eso hace que no funcione en el medio al que lo estás traduciendo.
También, fue un proceso de investigación. Hice dos viajes a Nueva York, donde entrevisté a varios cocineros y cocineras indocumentados sobre sus experiencias allá. La otra fase importante fueron los ensayos. Antes de filmar, trajimos a los actores un mes a la Ciudad de México a que estudiaran cocina, y por la tarde, improvisamos.
Fueron los retos en la exhibición y distribución de la película. Conseguir el dinero para una película independiente en la que el director mantenga el final cut es complicado. Realmente fue una película muy compleja de hacer de la forma en la que la queríamos hacer.
Cuéntanos sobre el uso de comedia en una historia que para muchos es una realidad fuerte.
A mí me parece que el humor es indispensable en la vida. Es un antídoto, y entre más doloroso sea algo, más contrapuntos de humor debe haber al contarlo. Esa es mi manera en la que yo concibo la ficción, porque creo que la vida es así. Cuando fui a Nueva York a entrevistar a estos cocineros indocumentados, muchos de ellos hablaban con sentido del humor de sus experiencias duras. Yo trabajé en una cocina un tiempo cuando era estudiante, y el sentido del humor es algo que te mantiene cuerdo. Entonces, para mí, era un factor indiscutible en esta película.
¿Qué sientes que revela la historia de Pedro sobre los desafíos que enfrentan muchos hispanos indocumentados en Nueva York?
Hay una experiencia común allí. Es esta situación de precariedad, de no existir. Creo que ser indocumentado es una violencia psicológica terrible, porque estás aportando mucho a un país, y el país no te lo reconoce. Vi en toda la gente que está allí, todo el tiempo, una paranoia constante, con una sensación de inseguridad. También, algo que estudié al escribir esta historia fue lo común que son los problemas psicológicos que parten de eso. Entonces, creo que tienen en común esa experiencia con Pedro, y al final, creo que en la película nos cuenta el extremo.
¿Qué cambios sientes que todavía tenemos que ver para empoderar a las voces latinas?
Yo creo que hay un camino largo. Primero, es reconocer su existencia. Tendría que ser más fácil legalizar a toda esta gente, sobre todo la gente que lleva tanto tiempo viviendo. Luego, una mayor integración en la sociedad. Una cuarta parte de la población de Estados Unidos son latinos. Creo que sigue siendo muy poco representada en todos los ámbitos. Hay muy poco contenido siempre, y se le sigue discriminando mucho. Yo no lo vivo tan explícitamente, pero me ha tocado verlo, como los latinos siguen sintiéndose excluidos.
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