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El fútbol femenino también busca una salida a esta crisis

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Sostiene Nicole Allison en un estudio publicado recientemente que esta pandemia genera una mayor incertidumbre en los clubes y en las competiciones femeninas de fútbol. La exdirectora general del Tottenham Hotspur asegura que la crisis actual “ha exagerado el problema que tradicionalmente el fútbol ha tenido, ya que a menudo se basa en estrategias a corto plazo y en una gran dependencia de una sola fuente de ingresos o de propietarios ricos”. Advierte, además, de que sus consecuencias pueden resultar especialmente dañinas con los equipos femeninos.

Sirva como ejemplo la decisión del AFC Fylde inglés de disolver su sección femenina. El máximo responsable de la entidad, David Haythornthwaite, reconoció que esta no era la noticia que quería dar. La medida, en todo caso, parece irreversible bajo estas circunstancias y es que, aunque el armazón del fútbol femenino adquirió mayor robustez a partir del Mundial de 2015, su estructura todavía sigue siendo débil y, por lo general, deficitaria.

El brote global de coronavirus ha paralizado buena parte de los ingresos. Han desaparecido los que se producían durante los días de partido, “una fuente vital para todos los clubes, pero especialmente para los femeninos”, apostilla Allison. “Los derechos de retransmisión aún no generan suficiente dinero y los patrocinios de los clubes siguen siendo relativamente bajos. Inevitablemente, la suspensión de todos los partidos tendrá un gran impacto”, remarca la experta.

El último informe del sindicato FIFPRO repara en que el crecimiento del fútbol femenino es continuo pero “vulnerable”. Por eso solicita un compromiso claro de todos sus agentes para estabilizar las competiciones y para proporcionar asistencia financiera en el desafío de mantener las ligas y los clubes y, con ellos, a las jugadoras.

Aunque todavía es pronto para determinar cómo afectará la pandemia a la disciplina, la responsable del área femenina de la federación suiza, Tatjana Haenni, apunta que “esta crisis ofrece la oportunidad de cambiar la estructura del fútbol en favor de una que sea más igualitaria, inclusiva, social y diversa”, para corregir las debilidades que tradicionalmente arrastra.

“Esto debería ser así en todos los estamentos. Este es un buen momento para convertir estas ideas en decisiones”, insistió en un encuentro organizado por The Football Business Academy.

Sus palabras reflejan que, de manera paralela al crecimiento y estabilidad de las competiciones, las futbolistas siguen librando una lucha por el reconocimiento de su profesionalidad, mejores horarios, mayor cobertura mediática o mejores condiciones salariales.

Esa batalla la emprendieron de una manera más decidida las futbolistas de Estados Unidos el 8 de marzo de 2019, coincidiendo con el Día de la Mujer, y continúa vigente tras haber ido consumiendo en los meses sucesivos los primeros parajes de su reivindicación.

De un lado, sintieron el apoyo de los aficionados. “Igualdad salarial” fue el grito más repetido durante el desfile por las calles de Nueva York con el que conmemoraron su cuarto título. Es, de hecho, el cántico que les sigue acompañando en los estadios. De otro lado, sin embargo, elevaron su ira contra la federación. Entendieron las futbolistas que su defensa estaba basada en elementos que profundizaban en la discriminación y es que la federación esgrimió, entre otras cosas, que los hombres poseen una mayor habilidad y hacen trabajos más exigentes que las mujeres, lo que les hacía merecedores de mejores salarios.

Ese argumentario destapó una sonada protesta de las internacionales durante la pasada She Believes Cup. Completaron el calentamiento previo al choque ante Japón con la camiseta del revés, tapando el escudo de la federación pero dejando ver sus cuatro estrellas de campeonas del mundo. Se disculpó públicamente su ya expresidente, Carlos Cordeiro. “Fue inaceptable e inexcusable. No tuve la oportunidad de revisar completamente la presentación antes de enviarla y me responsabilizo de no hacerlo. Si lo hubiera hecho, me habría opuesto al lenguaje que no reflejaba mi admiración personal por nuestras jugadoras”, dijo. Después, presentó su dimisión.

El juzgado de California, sin embargo, desestimó en parte la demanda de las vigentes campeonas del mundo, si bien el candidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, Joe Biden, les mostró su apoyo y les pidió que no abandonasen esa lucha.

“Nunca dejaremos de luchar por la igualdad”, adelantó Megan Rapinoe.

Parece claro que el coronavirus no mermará la fuerza de sus proclamas. Es más, podría incluso servir para “promover nuevas formas de pensar y nuevas oportunidades para construir relaciones entre clubes, titulares de derechos y seguidores”, afirma Nicole Allison.

“Seguramente, la crisis de la COVID-19 nos ha enseñado que debemos mirar a largo plazo, tener planes de contingencia y asegurarnos de que no dependemos únicamente de un flujo de ingresos. Los clubes femeninos de fútbol están perfectamente capacitados en este momento para aprovechar al máximo la oportunidad y ganar nuevos seguidores para el deporte. El fútbol debe poder salir de este período doloroso con un modelo comercial viable”, asegura la experta. EFE

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