El nuevo nobel de Química servirá para cosas que hoy suenan a ciencia ficción
El francés Jean-Pierre Sauvage, el británico residente en Estados Unidos James Fraser Stoddart y el holandés Bernard Feringa son tres pioneros de la nanotecnología que han logrado desencadenar y controlar el movimiento de las moléculas, "algo totalmente nuevo y desconocido", explicó el primero a Efe.
Carmen Rodríguez
Nueva York – Los premiados este año con el Nobel de Química han llevado esta ciencia a una nueva dimensión al crear máquinas moleculares de tamaño nanométrico, cuyas futuras aplicaciones parecen hoy, según dos de los laureados, propias de la ciencia ficción.
El francés Jean-Pierre Sauvage, el británico residente en Estados Unidos James Fraser Stoddart y el holandés Bernard Feringa son tres pioneros de la nanotecnología que han logrado desencadenar y controlar el movimiento de las moléculas, “algo totalmente nuevo y desconocido”, explicó el primero a Efe.
Para hacerse una idea de las dimensiones en que se manejan estos expertos, un nanómetro es la millonésima parte de un milímetro, tamaño al que ya han creado coches, ascensores y músculos moleculares.
Las aplicaciones actuales de esta técnica, que aún está en sus albores, “son muy limitadas”, reconoce Sauvage, pero con su desarrollo y los años aumentarán y, “desde luego, podemos soñar, porque hay una parte de suena a ciencia ficción”.
Ese es el mismo término usado por Feringa al hablar de las cosas que se podrán hacer en un “futuro lejano” con máquinas moleculares y es que no hay que olvidar que el primer motor del siglo XIX “poco se parece al que llevas ahora en tu coche”, dijo a Efe en una entrevista.
“Ahora hemos aprendido, de una manera muy primitiva, a mover las moléculas, a hacerlas rotar y esa es -asegura- la primera piedra para todo tipo de materiales y funciones, para crear cosas que puedan adaptarse, moverse, responder a una señal luminosa y cambiar”.
Los dos nobel construyen una lista de posibles aplicaciones, desde medicamentos inteligentes a materiales autorreparables o ventanas que se limpien solas, para Feringa, y de la electrónica a la informática molecular para Sauvage.
La electrónica y la informática molecular son dos de los campos mas desarrollados gracias al equipo de Stoddart. Se trata, explicó Sauvage, de almacenar información y usarla como se hace con un lápiz de memoria o con un chip de ordenador, pero el dispositivo es molecular y, por lo tanto, “extremadamente pequeño”.
Hasta ahora -aseguró- “han hecho cosas espectaculares. Habrá que mejorar el sistema, lograr moléculas más estables, pero yo creo que es un terreno muy importante”.
De las posibilidades que brindan las máquinas moleculares, la que más apasiona a Feringa es la de los medicamentos inteligentes, aunque recordó que son necesarios muchos pasos previos pues “puede llevar fácilmente 20 años”.
Se trataría y “es solo un sueño”, advierte con una amplia sonrisa, de que los antibióticos se activen y desactiven a voluntad. “Si tienes una infección aquí (se señala un lugar en el pecho junto a uno de los botones de su camisa celeste), haces llegar un antibiótico a ese lugar preciso y se activa gracias a una luz”.
Una vez que haya hecho efecto, “seis o doce horas después, el medicamento se apaga, deja de existir y no deja resto, de manera que no se desarrolla resistencia a los antibióticos, que “hoy es un problema de importancia capital en todos los hospitales”.
El equipo de Sauvage, por su parte, ha creado ya en laboratorio los primeros músculos moleculares, “un objeto de ocho nanómetros que se contrae y relaja cuando se le envía la señal a la molécula”, el cual puede utilizarse para minirobots articulados o para usos que en los que “hoy en día ni siquiera hemos pensando”.
Para desarrollar todo el potencial de esta técnica “necesitamos métodos nuevos y quizás sean completamente diferentes de los de ahora”, consideró el químico holandés, mientras Sauvage resumió sus aplicaciones en una frase: “Imaginación al poder”.
Y es que “estamos creando nuestro propio mundo, porque intentamos hacer algo con las moléculas que la naturaleza no ha inventado”, aseguró Feringa, quien, a veces, se siente como un artista, pues su trabajo tiene un aspecto creativo y emocional: “yo disfruto con la belleza de las moléculas y con lo que puedes hacer con ellas”. EFE