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Hong Kong cumple veinte años en China con sus libertades amenazadas

En esa suerte de Carta Magna, Pekín se comprometía a garantizar la independencia judicial, la libertad de expresión o de prensa, y favorecer en un futuro el sufragio universal para escoger al jefe de la región. No obstante, la realidad hoy dista de lo pactado en numerosos frentes:

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Nueva York – China recuperó Hong Kong en 1997 con una serie de promesas recogidas en la Ley Básica, una especie de Constitución acordada por Margaret Thatcher y Deng Xiaoping para garantizar a los hongkoneses el sistema de libertades anglosajón.

En esa suerte de Carta Magna, Pekín se comprometía a garantizar la independencia judicial, la libertad de expresión o de prensa, y favorecer en un futuro el sufragio universal para escoger al jefe de la región. No obstante, la realidad hoy dista de lo pactado en numerosos frentes:

– Independencia judicial –

Hong Kong es el único lugar de China con separación de poderes y, entre sus particularidades, se encuentra un Tribunal Supremo con una mayoría de jueces extranjeros.

No obstante, en los últimos años las injerencias de Pekín han aumentado gracias a la cláusula que permite al Gobierno central “interpretar” la Constitución hongkonesa.

En octubre de 2016, el Parlamento chino hizo uso de ese poder y decidió descalificar a dos diputados hongkoneses que habían sido elegidos en las urnas por haber utilizado insultos y un lenguaje despectivo hacia China en su toma de posesión.

Para los hongkoneses, fue un caso inédito y llevó a que tres mil letrados protagonizaran una masiva protesta silenciosa contra las políticas de Pekín.

– Libertades –

Hong Kong ha sido un oasis de libertades dentro de China. Cualquier ciudadano puede organizar una manifestación, acceder libremente a redes sociales occidentales (censuradas en suelo chino), comprar periódicos independientes o publicar cualquier tipo de material, por crítico que sea con el régimen.

Pero el panorama ha empezado a cambiar recientemente. A finales de 2015, estalló el caso de los libreros: cinco trabajadores de editoriales que publicaban libros críticos o en tono de sorna sobre el régimen chino que desaparecieron y volvieron a aparecer meses después bajo custodia del régimen comunista.

El caso hizo tambalear principios que parecían intocables, como la libertad de expresión y de prensa en la excolonia británica, y desveló que fuerzas chinas habían actuado en la ciudad, donde no tienen jurisdicción según lo acordado.

– Democracia –

La Ley Básica hongkonesa detalla el proceso para elegir al jefe del Gobierno regional y establece que el “fin último” es el sufragio universal tras la nominación de candidatos por parte de un comité de acuerdo a procedimientos democráticos.

Cuando han pasado veinte años desde que ese texto entrara en vigor, la isla cuenta con el mismo y restringido sistema de elección de sus representantes con el que fue devuelto a manos chinas.

Y no parece que Pekín vaya a cambiarlo. Los hongkoneses esperaban que este año, en 2017, pudieran votar a su jefe ejecutivo, pero tres años antes de la convocatoria, en 2014, una propuesta aprobada por unanimidad por el Parlamento chino acababa con sus esperanzas.

La Asamblea Nacional Popular impuso una reforma electoral que permitía que sólo dos o tres candidatos, previamente seleccionados por un comité afín a Pekín, pudieran ser elegidos por sufragio universal a partir de 2017.

Esa decisión del régimen comunista de 2014 desembocó en las históricas protestas de la “Revolución de los Paraguas”, un pulso de los hongkoneses contra el Partido Comunista que acabó sin conseguir su objetivo, democracia real, aunque logró despertar a una nueva generación de políticos.

Finalmente, el Parlamento hongkonés rechazó la reforma aprobada por Pekín, lo que dejó un sistema electoral muy lejos de la promesa de China a los habitantes de Hong Kong de tener elecciones libres.

– Capitalismo –

Cuando Deng Xiaoping recuperó Hong Kong aseguró que mantendría su apertura económica. Por entonces, la isla representaba alrededor del 16 por ciento del PIB chino y era la ventana de Pekín al exterior.

Aunque hoy ha bajado en competitividad, en desventaja con otros mercados como los de Singapur, Shanghái o Londres, el Partido Comunista sí respetó el estatus económico de la isla.

Es una de los pocos compromisos que ha mantenido, aunque la ciudadanía ve con recelo la relación del territorio con el resto del país, que considera desigual a la luz del auge económico del gigante asiático.

Entre otras cosas, los hongkoneses critican duramente la entrada de capital especulativo en la isla, que ha provocado una subida brutal del precio del suelo, uno de los recursos más escasos y preciados de la ciudad, lo que ha disparado el coste de la vivienda. EFE

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