Pobreza infantil en afecta con 14,7 % a casi dos millones de menores
Los niños de familias monoparentales y con hermanos son, según el estudio, los que tienden a ser más afectados por la pobreza.
Nueva York – Casi dos millones de niños y adolescentes en Alemania vivían en 2015 en familias dependientes de ayudas sociales, una cifra que equivale al 13,2 % de los menores de 18 años y que supone un aumento del 0,4 % respecto a 2011, según un estudio que difunde hoy la Fundación Bertelsmann.
“Nuestro nuevo estudio muestra que las medidas estatales actuales no son suficientes para evitar la pobreza infantil”, dice un comunicado de prensa de la Fundación Bertelsmann.
Los niños de familias monoparentales y con hermanos son, según el estudio, los que tienden a ser más afectados por la pobreza.
En comparación con niños de la misma edad de familias con ingresos regulares, los niños de familias que reciben ayuda social suelen sufrir aislamiento y tienen problemas de salud.
El que con frecuencia no tengan una habitación propia les hace imposible tener un espacio de privacidad, con frecuencia se alimentan de manera poco saludable y la financiación de una formación extraescolar y el cultivo de determinadas aficiones resulta un lujo con frecuencia inaccesible.
Los resultados del estudio son similares en este último aspecto a los de otras investigaciones previas de la Fundación Bertelsmann realizadas en marzo y mayo de 2015 y reitera que las consecuencias a largo plazo de la pobreza infantil es algo que hasta ahora no se ha investigado suficientemente.
El responsable del estudio en la cúpula de la Fundación Bertelsmann, Jörg Dräger, criticó que el sistema de ayudas actual no tiene suficientemente en cuenta las necesidades concretas de los niños.
“Las ayudas deben orientarse a lo que los niños necesitan para una efectiva inclusión social y para crecer de manera sana”, dijo Dräger.
“Los niños que viven en la pobreza no pueden cambiar ellos mismos su situación. Por eso el estado tiene una responsabilidad especial en este punto”, agregó.EFE