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Un pueblo en la Amazonía boliviana abre sus puertas a Israel

Se trata de un pueblo donde el predominio de la gran selva y de los ríos amazónicos con su excepcional biodiversidad contrastan hoy con calles y plazas casi vacías y hoteles y restaurantes con poca afluencia si se compara con lo que se veía antes de 2014.

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Javier Aliaga

Nueva York – Herido desde hace dos años por la exigencia de visados a los israelíes que mermó el flujo turístico, el pueblo amazónico de Rurrenabaque reclama al Gobierno boliviano abandonar esa medida o limitarla en su alcance solo a las autoridades de esa nación con el fin de no ahogar su turismo.

Se trata de un pueblo donde el predominio de la gran selva y de los ríos amazónicos con su excepcional biodiversidad contrastan hoy con calles y plazas casi vacías y hoteles y restaurantes con poca afluencia si se compara con lo que se veía antes de 2014.

El atractivo del pueblo y del vecino parque natural Madidi tienen el plus de la historia del israelí Yossi Ghinsberg, que en 1981 se perdió 21 días en la selva y fue encontrado a punto de morir.

La aventura de su salvación siempre ha atraído al lugar a los israelíes y es un imán que se hará más fuerte cuando en 2017 se estrene la película “Jungle”, protagonizada por el británico Daniel Radcliffe, basada en esa historia y filmada en Colombia y Australia.

La reducción de los visitantes que provienen de Israel fue el efecto de la decisión del presidente de Bolivia, Evo Morales, de considerar en 2014 a esa nación como “Estado terrorista” por atacar la Franja de Gaza, causando la muerte de miles de palestinos.

El alcalde de Rurrenabaque, Anacleto Dávalos (del mismo partido que Morales), y operadores de turismo y empresarios de restaurantes y hoteles reconocieron en declaraciones a Efe que la economía de esa localidad ha sido afectada por la merma de visitas.

“El año más bajo de visitas de hermanos israelíes ha sido 2014, de ahí muy poco o nada han venido a visitar. El 2014 ha sido bajísimo, el 2015 ha ido mejorando un poco más y el 2016 un poco más”, sostuvo Dávalos.

Adelantó que visitará La Paz para transmitir al Gobierno una propuesta del sector empresarial para que el visado pueda limitar su alcance a las autoridades y funcionarios de Israel, pero que se anule para los ciudadanos de ese país que quieran llegar a Bolivia.

En ese sentido, el exdiputado y empresario del lugar Marko Takusi consideró que si el Estado boliviano “tiene un problema con los israelíes, que pida los visados a los funcionarios del Estado, pero que a la población le den la entrada libre”.

“Todo el mundo está esperanzado en que el Gobierno se ponga la mano al corazón y no pida visa a los israelíes”, agregó Takusi y expresó su expectativa de que el filme sobre la historia de Ghinsberg ayude a ese fin.

El empresario hotelero Oscar Ponce recordó que hace dos años había hasta cien comensales cada día en su restaurante en la zona del Mirador, “todo era una locura como negocio, pero ahora se acabó”, por lo que ha decidido vender su local.

Según datos oficiales, antes de 2014 Rurrenabaque recibía al año entre 8.000 y 9.000 israelíes, pero en lo que va del año solo ingresaron con visado 2.000 turistas de esa nacionalidad.

No todos conocen la historia del israelí que sobrevivió en esa selva, pero la fama de la naturaleza y el pantanal del lugar, que es un zoológico al aire libre que se recorre en lancha, atrae también a miles de visitantes nacionales y de otros países como las españolas Monteserrat Cuenca e Isabel Salinas.

Cuenca dijo que lo mejor del lugar es poder ver los animales en libertad en la selva y los ríos y Salinas resumió que el pueblo “está rodeado de una naturaleza exhuberante, una preciosidad”.

Sin embargo, todos coinciden en que son los jóvenes israelíes los que más días se quedan en el lugar para revivir la historia de Ghinsberg.

Los visitantes pueden evocar esa hazaña junto al explorador Abelardo ‘Tico’ Tudela, quien hace 35 años rescató a Ghinsberg y a sus 66 años aún trabaja como guía de turistas en Rurrenabaque.

Los que están en sus horas bajas son los sectores que se especializaron en atender a israelíes con restaurantes con la comida de ese país y guías que hablan hebreo incluso con modismos.

Pero la exigencia del visado, que tiene un valor de 135 dólares, no es el único obstáculo para los visitantes de esa nacionalidad, sino que además se han denunciado unos supuestos actos de corrupción que sufren en las fronteras, según los hoteleros del pueblo.

Paola Colque, dirigente de la cámara hotelera del lugar, dijo que se ha denunciado ante autoridades supuestos cobros ilegales de parte de policías de puntos fronterizos y tratos discriminatorios contra israelíes, a los que se termina “espantando” de Bolivia. EFE

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