Faltan creadores de videojuegos y apps para la salud en Latinoamérica
En su visita a Guadalajara (oeste de México) para impartir un curso acerca de este tema en el Instituto de Estudios Universitarios Amerike, el profesor en el Hospital Escuela de Medicina afirmó que esta tecnología es "relativamente nueva" y podría ayudar a facilitar el acceso a los servicios de salud en América Latina.
Mariana González
Nueva York – El uso de “videojuegos serios” o aplicaciones para la salud o el deporte aumenta en América Latina pero faltan especialistas para la creación de estas herramientas, dijo este jueves a Efe el profesor de la Universidad de Harvard Yuri Quintana.
En su visita a Guadalajara (oeste de México) para impartir un curso acerca de este tema en el Instituto de Estudios Universitarios Amerike, el profesor en el Hospital Escuela de Medicina afirmó que esta tecnología es “relativamente nueva” y podría ayudar a facilitar el acceso a los servicios de salud en América Latina.
“En todas partes del mundo incluyendo Latinoamérica hay recursos limitados de profesionales y servicios así que tenemos que ver cómo utilizamos la tecnología de maneras innovadoras para ayudar a más gente”, aseguró Quintana.
El experto consideró “importante” aumentar la inversión para este tipo de programas en la región.
Los “videojuegos serios” pretenden educar pero también motivar al usuario.
Están diseñados para ayudar en tratamientos clínicos, para el bienestar y desarrollo de las personas, y también para enseñar a los profesionales de la salud ciertas prácticas médicas y sus aplicaciones en los pacientes, explicó.
Estas herramientas son aplicaciones para dispositivos móviles o teléfonos inteligentes así como plataformas en internet que ayudan a los pacientes a seguir sus tratamientos médicos mediante recompensas o puntuaciones.
También ayudan a disminuir la ansiedad y el estrés, a realizar fisioterapia con ejercicios virtuales, o a que los médicos y enfermeras conozcan nuevos procedimientos quirúrgicos o de terapias clínicas, por poner algunos ejemplos.
Quintana detalló que en Estados Unidos y Europa la utilización de estos juegos es común, mientras que en Asia su uso va en aumento.
En América Latina y otros países más pobres ha habido esfuerzos por acercar dicha tecnología a las poblaciones más pobres o sin acceso a internet.
“Ha habido proyectos en los que se les ha dado esta tecnología a ciertas personas porque ha mostrado que la gente ha podido seguir sus medicamentos y a largo plazo tienen menos costo al sistema”, señaló.
Al utilizar este tipo de aplicaciones, a largo plazo el costo de ese paciente es menor, pues “ha podido seguir y terminar su tratamiento más rápido y resulta más eficiente el costo total”, dijo Quintana.
Es por ello que los “videojuegos serios” han sido adoptados por ciertas empresas que saben que invertir en la salud de sus trabajadores es rentable en términos de producción.
“Tener un trabajador con buena salud es un requisito para tener éxito en sus compañías así que están invirtiendo más en juegos serios y otros programas electrónicos para promover su bienestar”, afirmó.
En todo el mundo existen unos mil videojuegos y aplicaciones de esta índole, de los cuales 500 han tenido un tipo de evaluación por parte de expertos y menos de 100 cuentan con algún tipo de respaldo por parte de comités científicos y éticos, revela el especialista.
Además hay pocos profesionales de la salud que conocen esta tecnología y están al día sobre las últimas novedades, por lo que Quintana urgió a que los países formen comités éticos y de evaluación para promover estas herramientas entre la gente.
Algunos Gobiernos “están creando comités para probar esto y crear un portal con los que han sido aprobados. Estados Unidos ha creado un grupo para asesorar estas aplicaciones en el sector salud pero también se están formando en otras partes del mundo”, aseguró.
Recomendó a quienes deseen utilizar estas herramientas consultar primero a un profesional de la salud para que los oriente acerca de si los contenidos y la información están actualizados y a verificar que estén respaldados por algún comité de evaluación o por un estudio publicado en revistas científicas. EFE