Los efectos físicos del invierno
Las nubes tienen una influencia increíble en el clima terrestre. Debido a que están formadas por una espesa capa de vapor de agua, las masas nubosas se convierten en filtros solares que reflejan hacia el espacio exterior gran parte de la energía procedente del Sol.
Nueva York – Las estaciones representan una fuerza poderosa en nuestras vidas y cuando llega el invierno -al igual que cuando acontece el verano- a nadie le pasa desapercibido. El clima puede tener un profundo impacto en nuestra salud y en nuestro bienestar. Y la ciencia ha descubierto que puede afectar a una gran cantidad de aspectos: desde la creatividad hasta nuestra susceptibilidad a desarrollar migrañas. Así, en un estudio de 2015 publicado en The Journal of Headache and Pain, los investigadores pidieron a 66 pacientes que proporcionaran informes diarios de dolor de cabeza durante varios meses, descubriendo que los pacientes sensibles a la temperatura experimentaron un número significativamente mayor de dolores de cabeza en invierno en comparación con otras estaciones. La hipótesis es que estos dolores de cabeza pueden estar relacionados con los vasos sanguíneos y los cambios circulatorios, que el clima frío podría agravar.
La ciencia ha encontrado un vínculo entre el invierno y la depresión, sobre todo en los pacientes que sufren de trastorno afectivo estacional. Esto podría atribuirse a varias razones, como que la disminución de la luz solar puede interrumpir el reloj interno del cuerpo, dando lugar a sentimientos de depresión o que el cambio de estación puede interrumpir el equilibrio de los niveles de melatonina en el cuerpo, que juega un papel clave en los patrones de sueño y el estado de ánimo, según comentan expertos de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota (EE. UU.). Como dato sorprendente, un estudio reciente publicado en la revista Behavioral and Brain Sciences, concluyó que los pensamientos violentos tienden a disminuir durante el invierno, pues los niveles de violencia y agresión son más altos en climas cálidos.
La llegada del invierno viene acompañada de una menor probabilidad de deseo sexual. ¿Por qué tenemos menos ganas de sexo? Básicamente porque la producción de hormonas de testosterona disminuye de noviembre a abril en el hemisferio norte, y luego se eleva constantemente a partir de la primavera y el verano, con un destacable pico en octubre. Es por este motivo por el que las tasas de reproducción aumentan con el mes de junio (es el mes de mayor tasa de concepción). Además, un estudio realizado por la Universidad de Tasmania (Australia), sugirió que los patrones de hibernación de nuestros antepasados son los culpables de la caída de la libido. “La hibernación hizo que su metabolismo se ralentizara y los impulsos sexuales disminuyeran, ya que aumentaban su carga calórica y dormían más”, explicó Margaret Austen, coautora del estudio.