Afganistán: demos paso a la voz de la razón
No pienso que se trate de enviar más tropas para garantizar la salida de los miembros de las embajadas, contratistas y otros, y menos aún de provocar: “Si nos tocan e impiden la salida, habrá serias y graves consecuencias”. A decir verdad, de acuerdo a las fotos del aeropuerto, lo que se ve son soldados protegiendo las pistas de despegue y aterrizaje no de los talibanes sino de los afganos que desesperadamente intentan huir del país.
Por Gustavo Gac-Artigas
Nueva York – Basta de lamentaciones, y búsqueda de responsables; siempre en una derrota, más aún cuando es pírrica, los dirigentes buscan evitar responsabilidades.
Probablemente cuando este artículo vea luz los talibanes habrán tomado el control total del país.
Ante la imposibilidad de cambiar el resultado y la necesidad de evacuar aquellos que quedaron atrás, hay que buscar una solución.
El llamado a la razón:
No pienso que se trate de enviar más tropas para garantizar la salida de los miembros de las embajadas, contratistas y otros, y menos aún de provocar: “Si nos tocan e impiden la salida, habrá serias y graves consecuencias”. A decir verdad, de acuerdo a las fotos del aeropuerto, lo que se ve son soldados protegiendo las pistas de despegue y aterrizaje no de los talibanes sino de los afganos que desesperadamente intentan huir del país.
A los talibanes no les interesa entrar en inútiles enfrentamientos con las tropas americanas y justificar acciones militares en contra de ellos, sobre todo que se sabe que a más de un general le deben picar las manos para dar la orden de bombardear. Hoy buscan que los extranjeros salgan rápidamente del país y un velo de silencio caiga sobre sus futuras acciones.
Es la hora de comerse el orgullo nacional y reconocer que la presencia militar en Afganistán se acabó, que la única salida es abandonar rápidamente el país. Que, por el bien de todos, el Gobierno norteamericano debería dar un paso al costado y pedir a Naciones Unidas que intervenga frente a los talibanes para garantizar corredores humanitarios que permitan la evacuación ordenada del personal de las diferentes misiones diplomáticas, de aquellos que colaboraron con ellos durante estos 20 años, de aquellos que buscan abandonar el país.
Corredores humanitarios bajo la bandera de Naciones Unidas, bajo la responsabilidad de los gobiernos del mundo.
Con respecto a los derechos humanos, en particular los derechos de las mujeres –y mucho se avanzó en estos años, sobre todo en su derecho a la educación–, pedir a la expresidenta de Chile, Michelle Bachelet, Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, que tome contacto con las organizaciones humanitarias que permanezcan en plaza y mediar con los talibanes para garantizar su respeto, para lograr que se mantenga el derecho de las mujeres a ir a la escuela.
El resto, en casa, ya se verá.
Desde ya comenzaron los mezquinos cálculos político-electorales en vistas a las próximas elecciones, ¿quién es más responsable, Biden o Trump? olvidando que la responsabilidad hay que buscarla 20 años atrás cuando se aprobó el envío de tropas a Afganistán, hay que buscarla en los diputados y senadores que aprobaron la guerra, en los sucesivos gobiernos que no supieron poner fin a la invasión.
Ahí también debemos exigir que los políticos se coman el orgullo y tengan la honestidad de reconocer que lo sucedido en estas últimas horas en Afganistán no es solamente un fallo garrafal de los servicios de inteligencia, que es producto de un terrible fallo moral y estratégico.
Por ahora, comámonos el orgullo patrio, y que sea la razón y Naciones Unidas quienes ayuden a aquellos que están atrapados, y sobre todo que se intente evitar la tragedia humanitaria que se avecina por el bien de las mujeres, por el bien del pueblo afgano.
Así lo espero.
Gustavo Gac-Artigas, escritor y director de teatro chileno, miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE).
(Las Tribunas expresan la opinión de los autores, sin que EFE comparta necesariamente sus puntos de vista)