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Gordofobia, el pesado estigma de la obesidad

Para ella el punto de inflexión llegó en 2008, cuando tuvo que renovarse el pasaporte y no se reconoció en la nueva foto que se hizo. Treinta kilos menos después, asegura que decidió perder peso tanto por salud como para que la imagen que le llegaba del espejo se correspondiera con la que ella percibía de sí misma.

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Marta Garde

Nueva York – Sarah Zerbib es una psicóloga francesa de 31 años satisfecha con su vida y con su cuerpo, pero no olvida el día en que, de pequeña, un profesor le dijo que era una “vaca gorda” que no iba a aprender a leer. Ahora ha alzado la voz para acabar con comentarios como ese, que recibe a diario la gente obesa.

“Si molesta que tenga una talla 44 o 46, el problema no es mío, sino de la otra persona”, explica a EFE en su apartamento en Neuilly, en las afueras de París, tras poner su cara como protagonista de la campaña que el Ayuntamiento parisino ha lanzado contra la gordofobia.

Zerbib se ha reconciliado consigo misma hasta el punto de que ya no presta atención a las miradas ofensivas, pero su relación con su cuerpo no siempre fue fácil, especialmente en el instituto y al comenzar la universidad.

“Las críticas te marcan para siempre, y aunque no definen la persona que soy en la actualidad, obviamente me afectaron. Por eso para mí, como psicóloga y a través de las redes sociales, es importante trabajar en la confianza en uno mismo”, agrega.

Para ella el punto de inflexión llegó en 2008, cuando tuvo que renovarse el pasaporte y no se reconoció en la nueva foto que se hizo. Treinta kilos menos después, asegura que decidió perder peso tanto por salud como para que la imagen que le llegaba del espejo se correspondiera con la que ella percibía de sí misma.

Con su actual talla, una 44 o 46 según las marcas, dice no haber sido víctima de discriminación laboral, pero estar lejos del canon medio, lo que la limita en algo tan habitual como comprarse ropa: “Y no deberíamos escoger por defecto. Merecemos tener cosas que nos gustan”, reclama.

La obesidad afecta en Francia a una de cada seis personas, según el Gobierno, y la campaña de la ciudad de París busca acabar con la discriminación que sufren los afectados y con las reacciones violentas que reciben en su día a día.

“Rechazarlos, hacer como si no existieran o decirles que tienen que adelgazar no funciona. Es algo multifactorial, no solo cuestión de nutrición”, señala a EFE la responsable de Igualdad y Lucha contra las Discriminaciones en la Alcaldía parisina, Hélène Bidard.

El año pasado hicieron un desfile de tallas grandes y en esta ocasión han aprovechado fotos de ese pase para mostrar a las modelos, la mayoría “amateurs”, y contar sus historias.

Esas imágenes, que acompañan un trabajo más profundo y paralelo de sensibilización, están colgadas enfrente del Ayuntamiento, en pleno núcleo de la capital. Se han hecho coincidir con la Semana de la Moda como llamamiento a la responsabilidad de ese sector en la construcción del imaginario colectivo.

Turistas como el belga Jean Daveloose, de 74 años, no pueden evitar pararse para mirarlas: “Excluir a las mujeres porque no se corresponden con ciertos cánones es lamentable por parte de los hombres, pero muchas mujeres también son cómplices. No es una cuestión de ‘machos’, todo el mundo participa en ese cliché”.

La gordofobia puede expresarse a través de insultos, acoso o comentarios aparentemente inocentes que instan a adelgazar. Una mujer llega a recibir críticas a partir de una talla 40, “cuando en verdad está delgada”, precisa Bidard.

El Ayuntamiento también quiso contar con hombres para su campaña, pero según su fotógrafo, el francés de origen chileno Emilio Poblete, estos fueron mucho más “púdicos” y no hubo ninguno que se atreviera a dar la cara.

Poblete coincide en que tanto en la moda como en otros sectores hay sitio para todo el mundo y la sociedad debe apoyarse en la riqueza que aportan perfiles diferentes, por lo que es importante darles visibilidad.

Y advierte: “La sociedad cada vez está más gorda, sea por falta de educación o por una mala alimentación. ¿En un futuro será lo normal? Quién sabe. (…) Es necesario que cambien las miradas”. EFE

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