Relación entre salud mental y salud digestiva

¿Alguna vez sentiste “mariposas en el estómago” antes de una situación importante? ¿O tuviste dolor abdominal tras un día de mucho estrés? Estas experiencias no son casuales. Hoy sabemos que la salud mental y la salud digestiva están profundamente conectadas, y que el intestino es mucho más que un órgano que procesa alimentos: también se le conoce como “el segundo cerebro”.
El sistema digestivo cuenta con una red compleja de neuronas llamada sistema nervioso entérico, que se comunica directamente con el cerebro a través del nervio vago. Esta conexión se conoce como el eje intestino-cerebro y juega un papel clave en la forma en que experimentamos el estrés, la ansiedad, e incluso la depresión.
Cómo afecta el estado emocional al sistema digestivo
Cuando estamos estresados o angustiados, el cuerpo produce más cortisol y adrenalina. Estas hormonas alteran el ritmo digestivo, provocando síntomas como:
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Náuseas o pérdida de apetito
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Acidez o reflujo gástrico
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Síndrome de intestino irritable (SII)
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Estreñimiento o diarrea
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Inflamación abdominal
Estos síntomas pueden volverse crónicos si el estrés emocional no se trata adecuadamente, afectando la calidad de vida y la relación con la comida.
El intestino también influye en el cerebro
El 90% de la serotonina —un neurotransmisor clave para el estado de ánimo— se produce en el intestino. Un microbioma intestinal sano (la comunidad de bacterias beneficiosas que habitan en el sistema digestivo) contribuye a la estabilidad emocional, la concentración y la energía.
Por eso, problemas digestivos frecuentes no solo generan malestar físico, sino también mayor irritabilidad, fatiga mental o sensación de tristeza.
Cómo cuidar ambas dimensiones al mismo tiempo
La buena noticia es que al cuidar la salud digestiva, también se mejora la salud mental, y viceversa. Algunas recomendaciones efectivas incluyen:
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Mantener una dieta rica en fibra, frutas, vegetales y alimentos fermentados
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Evitar el consumo excesivo de alcohol, ultraprocesados y azúcares
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Practicar técnicas de relajación y respiración para reducir el estrés
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Hacer actividad física regularmente
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Dormir bien y en horarios consistentes
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Consultar tanto a gastroenterólogos como a psicólogos si hay molestias persistentes
Sugerencias de imágenes:
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Ilustración del eje intestino-cerebro
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Persona con malestar abdominal y expresión de preocupación
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Frutas, verduras y yogur en una mesa
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Mujer meditando o practicando yoga para el estrés
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Infografía con flechas entre emociones y sistema digestivo
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