Sede de la ONU en Ginebra recuerda Holocausto
Benjamin Orenstein, un anciano de 92 años que tenía 15 cuando los nazis ocuparon su pueblo en el sureste de Polonia, recordó los horrores vividos en aquel tiempo en el Salón de la Asamblea, el principal recinto de la sede de la ONU en Ginebra, ante un público formado por diplomáticos y estudiantes de instituto.
Nueva York – La sede de la ONU en Ginebra conmemoró hoy el aniversario del fin del Holocausto con un acto en el que un superviviente del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau relató su historia, y la alta comisionada de derechos humanos, Michelle Bachelet, pidió al mundo estar alerta ante toda forma de xenofobia.
Benjamin Orenstein, un anciano de 92 años que tenía 15 cuando los nazis ocuparon su pueblo en el sureste de Polonia, recordó los horrores vividos en aquel tiempo en el Salón de la Asamblea, el principal recinto de la sede de la ONU en Ginebra, ante un público formado por diplomáticos y estudiantes de instituto.
“Éramos una familia de nueve: mis padres, cinco hermanos, una cuñada y una sobrina… sólo yo sobreviví”, rememoró Orenstein una época en la que vio cómo los nazis, con la colaboración de poblaciones locales de Polonia y Ucrania, mataban a los judíos “como animales”, les enterraban vivos o les cortaban los dedos para quedarse con sus anillos de matrimonio.
Orenstein pasó por varios campos antes de llegar a Auschwitz-Birkenau, el primero de ellos una zona de trabajos forzados cerca de Annapole, su pueblo natal, adonde se ofreció a ir en lugar de su padre, que entonces ya tenía 60 años.
De él recordó hoy “su larga barba, que todos querían tocar en su pueblo”, y cómo el día en el que se la cortó, por orden de los ocupantes nazis bajo amenaza de ejecución, comprendió que la espiral de humillación y violencia no hacía sino comenzar.
Uno de los peores momentos para él llegó en 1942, cuando en la plaza de su pueblo, donde se había creado un gueto para los judíos, se seleccionó a los hombres más aptos para trabajar y él y sus hermanos fueron separados de su padre, su madre y su hermana, a los que no vería nunca más.
“Tras la guerra me enteré de que tres días después se les llevó al campo de exterminio de Belzec, donde tardaron entre 25 y 30 minutos en morir asfixiados”, recordó Orenstein, quien confiesa que de vez en cuando “un olor o un sonido me llevan de repente a aquellos años”.
El relato de Orenstein sirvió para conmemorar el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto, que recuerda la fecha en la que el ejército soviético liberó el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, el 27 de enero de 1945.
En el mismo acto, la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, aprovechó para alertar de que el mundo “está siendo testigo de un fuerte aumento de muchas formas de odio, incluyendo el veneno del antisemitismo y otros ataques a minorías”, así como “intentos de minimizar o negar el Holocausto”.
“Debemos hacer frente a esta normalización del odio”, señaló Bachelet, quien recordó que el exterminio que culminó en campos de horror como Auschwitz “también comenzó gradualmente desde palabras, estereotipos y prejuicios, desembocando luego en exclusión, deshumanización y creciente violencia”.
“Es el momento de que aprendamos de las lecciones del siglo XX. Frente a los intentos de deshumanizar y demonizar algunas comunidades, debemos levantarnos para defender los derechos humanos”, proclamó la expresidenta chilena. EFE