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Brasil, México y Colombia, con mayores costos por enfermedades cardiacas

Brasil, con 17.300 millones de dólares; México, con 6.100 millones, y Colombia, con 2.400 millones, son los países de la región con los mayores costos financieros por enfermedades cardiacas.

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Nueva York – Brasil, México y Colombia soportan los mayores costos financieros por efectos de las enfermedades cardiacas, según señala un estudio de la consultora Deloitte Access Economics efectuado en nueve países latinoamericanos y difundido en Quito.

Brasil, con 17.300 millones de dólares; México, con 6.100 millones, y Colombia, con 2.400 millones, son los países de la región con los mayores costos financieros por enfermedades cardiacas.

A ellos le siguen Venezuela (1.700 millones de dólares), Chile (1.400 millones), Perú (900 millones), Ecuador (615 millones), Panamá (300 millones) y El Salvador (200 millones).

La investigación, aunque recoge información de los nueve países, se centra en la situación de Ecuador, donde los costos financieros de 615 millones permanecen bajo la media regional.

El estudio señala que el 14 por ciento de la población adulta en Ecuador padece de hipertensión, infarto cardíaco, fibrilación auricular (más conocida como arritmia) o insuficiencia cardiaca.

Agrega que en 2015, la carga económica de estas cuatro condiciones equivalía a un 2,5 por ciento del gasto en salud pública destinada por el Gobierno central.

La investigación de Deloitte sostiene que las enfermedades cardiacas son la principal causa de muerte en la región.

Por ello, el estudio pretende “brindar ayuda” a los responsables de elaborar políticas sanitarias y al personal especializado, con una información sobre la carga financiera y la importancia de la prevención y el diagnóstico oportuno para garantizar una atención adecuada y minorar los costes para el sistema sanitario.

La investigadora jefe del estudio, Lynne Pezzullo, dijo a Efe que las condiciones para la prevalencia de enfermedades cardíacas han aumentado, entre otras causas, por el crecimiento en edad de la población.

También por el aumento de factores de riesgo como el sobrepeso, la obesidad y la falta de ejercicio, añadió la especialista, que se enfoca más en el aspecto de la prevención para reducir los riesgos de morbilidad que llevan consigo tales trastornos.

Un tipo de prevención “primaria” es la capacitación sobre hábitos nocivos como fumar, la intervención “secundaria” tiene que ver con el tratamiento temprano de la enfermedad y una asistencia terciaria es el tratamiento en clínicas especializadas.

Las probabilidades de muerte de un paciente cardiaco “son más altas cuando no hay un manejo adecuado de lo sugerido en las etapas dos y tres de prevención”, consideró la investigadora.

Por eso, “la idea es gastar más en prevención para ahorrar los altos costo del cuidado terciario”, apostilló Pezzullo al precisar que la mayoría de las personas que han padecido de insuficiencias cardíacas, también ha adolecido primero de hipertensión arterial.

“Aunque la insuficiencia cardíaca también puede darse debido a otros factores, como la apnea del sueño o como un efecto secundario de algunas terapias contra el cáncer, los principales factores de riesgo son los mismos que para otras enfermedades del corazón: alto índice de masa corporal, presión arterial elevada, colesterol alto, consumo excesivo de alcohol y falta de ejercicio”, agregó.

“La buena noticia es que estos factores son todos modificables con una mejor dieta y actividad física, por lo que la gente puede evitar las enfermedades del corazón mediante la reducción de sal, grasa, azúcar y calorías, y también haciendo ejercicio de 3 a 4 veces por semana de 30 a 45 minutos de forma vigorosa, es decir, con una frecuencia cardíaca notablemente elevada”, subrayó.

Sin embargo, Pezzullo recomienda como prioridad la consulta médica y el asesoramiento sobre los cambios de estilo de vida individuales que se necesitan para evitar este tipo de enfermedades.

El estudio también aconseja métodos de asistencia sanitaria como la telemedicina y el soporte telefónico estructurado a pacientes.

“Esto es muy útil en las áreas rurales, particularmente, donde el acceso a doctores y medicinas es más bajo que en las ciudades, lo que puede salvar vidas en situaciones críticas o de emergencia”, sostuvo Pezzullo.

Estos modelos de cuidado requieren de algunas inversiones para establecerse en un principio, pero luego pueden convertirse en un ahorro frente a los altos costes de hospitalizaciones y medicinas.

“Lo más importante es que pueden aliviar la carga de los familiares que cuidan a los enfermos y mejorar la calidad y la esperanza de vida de las personas con insuficiencia cardíaca u otras enfermedades crónicas”, añadió. EFE

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