¿Cómo celebran San Valentín en Pakistán?
Por toda la ciudad vendedores ambulantes ofrecían globos con forma de corazón con la frase "Te quiero", rosas y otras parafernalias de esta festividad, mientras los mercados de flores estaban llenos de compradores.
Jaime León
Nueva York – Los habitantes de Islamabad celebraron hoy San Valentín con rosas, globos con forma de corazón y cenas románticas desafiando la prohibición de esta festividad que impuso ayer un tribunal por considerarla contraria al islam.
Por toda la ciudad vendedores ambulantes ofrecían globos con forma de corazón con la frase “Te quiero”, rosas y otras parafernalias de esta festividad, mientras los mercados de flores estaban llenos de compradores.
“Es una ridiculez que lo prohíban. Si dos personas se quieren, ¿por qué no pueden regalarse flores, cuál es el problema?”, dijo a Efe Shiza Ahmed, una joven médica que compraba rosas junto a su sobrina en el céntrico mercado del barrio F7.
“Es cierto que no hace falta un día para celebrar el amor, pero si lo hay tampoco pasa nada. Es un tabú de nuestra sociedad”, añadió la doctora.
En el mercado, adornado con corazones hechos con rosas, paraban coches cuyos pasajeros adquirían flores sin bajarse del vehículo, mientras algunos transeúntes echaban un vistazo a la mercancía, que se vendía, según los comerciantes, más que otros años.
Zahid Khan, un vendedor, admitió a Efe que las ventas estaban siendo hoy especialmente buenas, más que en años anteriores en las mismas fechas.
“Generalmente vendemos flores por valor de 10.000 rupias (unos 90 euros) al día y hoy llevamos tres veces más. Compramos 6.000 rosas y apenas nos quedan 1.000 y estamos a media tarde”, dijo el florero, quien añadió que, quizás debido a que la prohibición se estableció un día antes, los compradores no se habían enterado.
Sin embargo, Khan apoyó la decisión del juez y abogó por la prohibición de la festividad.
“No es una tradición nuestra, es una cosa de occidentales”, remarcó.
En otro mercado de flores capitalino de la zona F6, Mohamed Ashraf también declaró a Efe que sus ventas se habían disparado, a pesar de lo cual abogó por el fin de la festividad.
“Es un día para los blancos”, afirmó el veterano florista de 60 años, sin hacer ascos a los compradores.
Mientras tanto, en el opulento mercado de Kohsar varios restaurantes se preparaban para una noche de cenas románticas de parejas.
“Tenemos un menú especial y decoración acorde con San Valentín, pero solo en el interior. Tenemos muchas reservas, al igual que otros años”, comentó a Efe Mirza Aseem, gestor de un popular restaurante.
El administrador de otro restaurante cercano que prefirió mantener el anonimato dijo a Efe que sí habían cancelado las celebraciones en su local tras la decisión del tribunal.
En las radios locales, diversos negocios anunciaban descuentos especiales por el 14 de febrero, sin nombrar las palabras malditas: San Valentín ha sido tradicionalmente una celebración controvertida en Pakistán, con protestas de los grupos religiosos todos los años.
En 2016, hubo cierta confusión acerca de si era posible celebrar el Día de los Enamorados debido a órdenes contradictorias del Ministerio del Interior.
Este año, sin embargo, el juez Shaukat Aziz no dejó resquicios para la duda.
“Celebrar y promover el Día de San Valentín como un evento nacional va en contra de los mandatos del islam, las enseñanzas del profeta Mahoma y la Constitución de la República Islámica de Pakistán”, sentenció el juez del Tribunal Superior de Islamabad.
El magistrado consideró que la festividad promociona la “inmoralidad, desnudez e indecencia” en nombre del amor y por ello prohibió cualquier celebración oficial o en lugares públicos y la difusión de la misma en los medios de comunicación.
La decisión ha despertado la ira de activistas de derechos humanos.
“Cualquiera que haya estudiando Derecho sabrá que esta decisión no tiene que ver con las leyes. Este juez no debería estar aquí (en el tribunal) sino en una mezquita”, afirmó en un vídeo Asma Jahangir, destacada abogada y ganadora del llamado “Nobel Alternativo” y del II Premio Internacional Unesco/Bilbao. EFE