Cómo hablar de salud mental con tus hijos

Fotos: Dreamstime
Hablar de salud mental con los hijos puede parecer difícil al principio. Sin embargo, abrir ese diálogo desde temprana edad es esencial para que los niños y adolescentes aprendan a identificar sus emociones, expresarlas y pedir ayuda cuando lo necesitan. En tiempos de estrés escolar, redes sociales y cambios constantes, la salud emocional se ha vuelto tan importante como la física.
El hogar es el primer lugar donde los hijos aprenden cómo enfrentar la vida. Cuando los adultos les hablan con naturalidad sobre cómo se sienten, modelan una actitud de apertura y autocuidado que los hijos tienden a imitar.
Crear un ambiente seguro para conversar
No se trata de tener una charla formal única, sino de construir un espacio donde las emociones son parte del día a día. Preguntar con regularidad: “¿Cómo te sentiste hoy?” o “¿Hubo algo que te hizo enojar o te puso triste?” ayuda a normalizar la conversación emocional.
Lo importante es escuchar sin juzgar ni minimizar lo que expresan. Un “no es para tanto” o “eso se te va a pasar” puede cerrar el diálogo. En cambio, frases como “te entiendo” o “gracias por contármelo” abren la puerta a la confianza.
Adaptar el lenguaje a cada edad
Con niños pequeños se pueden usar cuentos, dibujos o juegos para hablar de emociones. Por ejemplo, identificar personajes que están tristes, nerviosos o tranquilos. Con adolescentes, es mejor ser directos, honestos y mostrar interés real sin presionarlos.
Evita usar tecnicismos o alarmar con diagnósticos. Usa ejemplos cotidianos y permite que ellos también hagan preguntas.
Reconocer nuestras propias emociones como adultos
Hablar sobre salud mental no significa tener todas las respuestas. Al contrario, compartir cómo manejas el estrés o cuándo has necesitado ayuda profesional puede tener un gran impacto. Humaniza tu rol y muestra que cuidar la salud emocional es algo que se aprende y se practica.
Cuándo buscar apoyo externo
Si notas cambios importantes en el comportamiento de tu hijo —como aislamiento, tristeza prolongada, irritabilidad constante o falta de interés por actividades— es recomendable buscar orientación con un profesional. Involucrarlos en ese proceso sin miedo ni vergüenza es una manera más de demostrar amor y cuidado.
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