El satélite que “revolucionará” el control de la calidad del aire está listo
Tal y como explicó hoy a los medios el director de los programas de Observación de la Tierra de la Agencia Espacial Europea (ESA), Josef Aschbacher, este satélite es el primero dentro del programa Copérnico que se dedicará a "monitorizar la química atmosférica, un parámetro importante para medir la calidad del aire y el cambio climático".
Paula Baena Velasco
Nueva York – El satélite “Senitel-5 Precusor”, que “revolucionará” la monitorización de la calidad del aire, ya está listo para su traslado al lugar de lanzamiento en el cosmódromo de Plesetsk, en el norte de Rusia, el próximo mes de septiembre.
Tal y como explicó hoy a los medios el director de los programas de Observación de la Tierra de la Agencia Espacial Europea (ESA), Josef Aschbacher, este satélite es el primero dentro del programa Copérnico que se dedicará a “monitorizar la química atmosférica, un parámetro importante para medir la calidad del aire y el cambio climático”.
Este programa, dirigido conjuntamente por la ESA y por la Agencia Europea del Medioambiente, tiene como objetivo adquirir datos continuos y precisos de observación de la Tierra y proporcionar servicios para mejorar la gestión del medioambiente, comprender y mitigar los efectos del clima y garantizar la seguridad civil.
“Senitel-5 Precusor”, que será el sexto satélite en órbita del programa, elaborará un mapa de los distintos gases traza, como el dióxido de nitrógeno, el monóxido de carbono y el metano, que afectan a la calidad del aire.
También ayudará a identificar puntos de mucha contaminación, en los que la salud pública podría estar en riesgo, así como a advertir de altos niveles de radiación UV y de la aparición de cenizas volcánicas, peligrosas para la seguridad aérea.
Aschbacher destacó la importancia del instrumento conocido como Tropomi, gracias al cual el satélite será capaz de cartografiar la totalidad del planeta cada 24 horas, como un elemento “crucial” para la misión.
La construcción de Tropomi -que medirá la luz reflejada de la atmósfera y la comparará con luz solar directa a través del espectro ultravioleta para determinar la composición de la atmósfera- corrió a cargo de un consorcio de 30 empresas liderado por la compañía Airbus, tanto en el Reino Unido como en los Países Bajos.
Según señaló el ministro de Empresa británico, Greg Clark, “el satélite británico ‘Sentinel-5 Precursor’ y el éxito del programa Copérnico, ponen de manifiesto lo que se puede lograr colaborando con Europa”.
“Hemos sido claros en que queremos que nuestras empresas y universidades continúen participando en los programas espaciales claves de la Unión Europea” agregó, y adelantó que su “ambición” es “capturar el 10 % del mercado espacial mundial para el 2030”.
La sede de Airbus en Stevenage, al norte de Inglaterra, es el lugar donde se encuentra el satélite, ya preparado para su “peligroso” viaje a Rusia, según afirmó a Efe uno de los expertos de Airbus implicado en su fabricación, Andrew Pilbeam.
“Primero el satélite irá en camión hasta Stanstead, allí viajara en avión hasta Moscú, después tomará un segundo avión hasta Arkhangelsk y una vez allí un tren le trasladará finalmente a Plesetsk”, relató.
“Es un viaje muy largo y peligroso, por eso llevamos meses de preparación para que todo salga bien”, explicó Pilbeam.
“No se trata del transporte de un paquete ‘normal’, hemos mantenido negociaciones con las autoridades rusas para que colaboren una vez llegue allí el satélite”, indicó.
Pilbeam contó que se trata del satélite que más rápido se ha construido, tan solo en diez meses, y que utilizará dos estaciones terrestres, una en Svalbard (Noruega) y la otra en Inuvik (Canadá), que tuvieron que instalar un nuevo cable de fibra óptica para hacer frente a la tasa de transmisión de datos del satélite.
Unos datos que alcanzarán durante toda la misión, que durará siete años, 1 millón de gigabytes, lo mismo que 213.000 DVDs de películas. EFE