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Kamala Harris, un doble golpe al racismo

Las marchas abrieron las puertas de las minorías, la pandemia y las garras de la muerte cayendo sobre las minorías las mantuvieron abiertas.

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Por Gustavo Gac-Artigas

Nueva York – Negra e hija de inmigrantes. Quien probablemente sea la vicepresidenta de Estados Unidos refleja la nueva América, esa América multicolor, esa América donde la hija de unos inmigrantes sueña, ambiciona, avanza en sus sueños, y queda a un paso de su sueño: ser la primera presidenta negra de este país.

Breonna Taylor, Georges Floyd, Ahmaud Arbery, no perdieron sus vidas en vano en manos de la violencia policial o de la violencia racial de los supremacistas blancos. Sus muertes sacaron a luz la violencia existente en este país contra las minorías, esa violencia institucional, esa violencia cotidiana, esa violencia soterrada, esa violencia enraizada en la mente de muchos, esa violencia que se esconde en un gesto cotidiano cuando un padre le dice a sus hijos: no jueguen con esa niña negra, no es del barrio, olvidando añadir, que un día puede llegar a ser la vicepresidenta o la presidenta de este país.

Ese racismo que se refleja en una broma, que se disfraza de justicia, de igualdad, cuando decían: Obama no es negro, en realidad es un negro con alma de blanco. No hay peor racismo que el que se esconde como defensa de las minorías para clavar su puñal en la espalda.

Las marchas abrieron las puertas de las minorías, la pandemia y las garras de la muerte cayendo sobre las minorías las mantuvieron abiertas.

Biden se define como un presidente transicional. Al escoger a Kamala Harris da un primer paso, la Casa Blanca reflejará el rostro de América, y ello es un gran paso. Pero no basta con ser el reflejo de una foto multicolor, de una paleta de pintor mezclando los colores del paisaje, necesitamos que no se olvide qué hay en el trasfondo de ese paisaje.

No queremos una foto a colores de esas que colgaban en las casas de nuestros abuelos y que con el pasar del tiempo se descoloran.

No queremos un reflejo, queremos una transformación, que el cambio se produzca no como una reacción a la sangre derramada, que el cambio venga por lo que hay que evitar que la sangre se siga derramando, evitar que los sueños de las minorías sigan siendo ahogados, evitar que los niños sigan siendo segregados, en ésta, nuestra América multicolor, en esta América donde más allá del color de la piel predomina el color de la injusticia social, el color de la desigualdad, el sucio color de supremacía blanca, el color de la hipocresía de gente que no reconoce su racismo, que con rabia lo esconde cuando está frente a otros.

Esta América que no quiere reconocer que América está cambiando, que tiene que cambiar, más allá del fin de una pandemia, más allá de una crisis económica; que tiene que transformarse profundamente más allá de un reflejo.

Ayer, a las cuatro de la tarde, se anunció que probablemente en cuatro años la candidata a ser la primera mujer presidenta de los Estados Unidos será negra, hija de inmigrantes, y si ello no es una revolución es al menos una revuelta.

Gustavo Gac-Artigas. Escritor y director de teatro chileno, miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE).

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